1. HASTA LA CIMA - PRIMERA PARTE


    Fecha: 09/08/2023, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... más? —pregunté con el ceño fruncido—. ¿Te dijo eso? ¿
    
    Una inversión de negocios?
    
    Marena asintió.
    
    —Así tal cual. Fue super raro, fue como estar hablando con un inversionista sobre el tipo de financiación para un proyecto de verdad.
    
    —Salvo que el proyecto eres tú —señalé con media sonrisa. Marena rodó los ojos con fastidio —. Entonces le dijiste que no.
    
    —Pues claro —exclamó Marena, ofendida—. ¿Qué más podía decir?
    
    Me encogí de hombros.
    
    —Pues que sí —contesté—. No le veo algo de malo, era solo una comida.
    
    —¿No le ves algo de malo? Regina, eso es algún tipo de prostitución.
    
    En esa ocasión fui yo quién rodó los ojos con fastidio.
    
    —No seas melodramática, Marena, era solo una comida. Y que te remuneren por sentarte a comer en un restaurante con un hombre de, aparentemente, buena posición económica no me suena a algún tipo de martirio a menos que... ¿Estaba viejo?
    
    Marena enarcó una ceja.
    
    —¿Cómo que viejo? —preguntó.
    
    —¿Pues cómo que cómo? —interrogué —. Pues viejo de viejo, de arrugado, de senil y demente. ¿Era así el hombre que se te acercó?
    
    Marena ahogó una risa.
    
    —Pero, ¿qué te pasa, Regina?
    
    —Contéstame —apremié.
    
    —Pues no, no estaba ni viejo, ni arrugado, ni mucho menos senil. Aunque demente... yo diría que sí.
    
    —¿Cuántos años le calculas? —quise saber.
    
    Marena alzó las cejas con impresión.
    
    —Bueno, ¿y tú por qué tan interesada? —preguntó con cierta complicidad.
    
    —Porque aparentemente mi amiga es una estúpida recatada que ...
    ... desaprovecha las buenas oportunidades.
    
    —¡No puede ser! —exclamó con escandalo—. ¿Tú lo harías?
    
    Moví mis hombros con picardía.
    
    —Puede que sí —dije—. Y desde luego tú deberías hacerlo.
    
    La conversación se alargó entre posibilidades, tragos y risas mientras que el alcohol que estaba sobre la mesa disminuyó considerablemente en un lapso de tiempo alarmantemente breve. Al tercer coctel conseguí que Marena me diera su celular, y al cuarto le escribí al hombre misterioso haciéndome pasar por ella. Después de un rato Marena me arrastró a la pista de baile donde el efecto del alcohol me ayudaba a integrarme entre los cuerpos sudorosos que se movían al compás de la música.
    
    No sabía cómo explicarlo, pero cuando Marena y yo estábamos pasadas de alcohol surgía entre nosotras una tensión sexual desmesurada. Era mi mejor amiga, y por ello me sentía con la confianza de dejarme arrastrar por la música hasta estar lo suficientemente cerca como para rozar mis senos con los suyos. Pero más excitante aún eran las miradas de los hombres que nos comían sin tapujos. Me gustaba que nos miraran, que sufrieran por no formar parte de lo que estaban mirando. Casi podía sentir la necesidad que crecía en su vientre y los recorría cuesta abajo. Sonreí descaradamente mientras bailaba con Mar y alzando el rostro para sobrellevar el mareo que comenzaba a nublarme la vista. ¿Cuánto había tomado? Una rápida mirada hacia nuestra mesa reveló que habíamos arrasado con todo, no quedaba nada.
    
    Mar me ...
«12...111213...16»