1. De marido comprensivo a cornudo mirón


    Fecha: 14/08/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    Estoy convencido que todo se puede gestionar a través de la comunicación, pero, en nuestro caso, hablar de sexo con mi esposa sigue, aun, siendo un tanto complicado. Somos abiertos para hablar de muchas otras cosas, pero ciertamente no de lo sexual. Educados ambos bajo parámetros religiosos y conductas muy conservadoras, ser totalmente abiertos sobre los gustos o preferencias en este aspecto no siempre fluye de manera natural. Muchas veces me he preguntado, entonces, ¿cómo fue que resulté compartiendo los encuentros sexuales de mi esposa? Y la respuesta se remonta a los momentos en que la relación matrimonial experimentó crisis y buscamos soluciones para superar los inconvenientes.
    
    Habiéndonos casado muy jóvenes y sin experiencia alguna en muchos sentidos, ambos miembros de la pareja deberíamos aprender y crecer paralelamente para construir una verdadera relación de compromiso y hacer que el vínculo funcionara hacia el futuro. Cada cual estaba aportando lo suyo, pero, también cada cual tenía guardados sus pendientes, muy personales, que en algún momento saldrían a relucir. Y en el fondo de todo, ciertamente había la necesidad de experimentar. ¿Cómo así que el hombre tiene libertad para tener sus aventuras y nosotras no? Se habrá preguntado mi esposa. ¿Por qué él si puede acostarse con otras y yo no? Muchas de esas preguntas habrían partido de supuestos, lo que se comenta entre esposas, las infidelidades descubiertas de los maridos y, también, la curiosidad por saber cómo ...
    ... es aquello; lo prohibido.
    
    Recuerdo que Xiomara, una amiga en el trabajo con quien establecimos una relación de confianza muy cercana, algún día me preguntó si yo sabía algo sobre los clubes swinger. Ni Idea fue mi respuesta, ¿por qué preguntas? Un muchacho con el que salgo me ha propuesto ir ahí, pero me cogió por sorpresa y no supe que decir. Me hice la indiferente y le respondí que iba a mirar cómo andaba de tiempo. Pues, nada sé del tema, pero averiguamos, le respondí. Me puse, entonces, a buscar de qué se trataba el tema, qué sitios había en la ciudad y qué podría esperar en su cita. Y, claro, mi esposa, dándose cuenta de mi interés por averiguar para otra, y más sobre aquel tema, despertó sus alarmas. Fui extremadamente inocente y hasta muy honesto, lo reconozco, porque le dije que yo no sabía nada del tema y que le había prometido, a la otra, averiguar. Eso era todo.
    
    Y eso era todo, porque no había con ella, la otra, ningún compromiso. Hoy, escribiendo este relato, encuentro natural que mi esposa se hubiera sentido desplazada, tan solo por el hecho de que yo tuviera con la otra mujer ese tipo de confianza y ella, siendo la esposa, no. Supongo que pasaron por su cabeza miles de imágenes y pensamientos y eso, por supuesto, condicionó sus respuestas cada vez que hablábamos. De nada sirvió haberle mostrado abiertamente los resultados de mis averiguaciones, sin ningún secreto, porque sospechaba que detrás de aquello había algo más profundo en mi relación con aquella ...
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