1. Dos lesbianas y un capullo


    Fecha: 22/08/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Jose, un chico de 19 años, había perseguido a su hermana Gina y a su novia Lucía, hasta una pequeña playa virgen a la que las chicas habían ido para tener intimidad. Jose las observaba agazapado entre los matorrales de una duna cercana, a diez metros de las chicas.
    
    Ambas lucían radiantes en bikini bajo los rayos del sol veraniego. A pesar de que al ser su hermana no le atraía para nada, el chico era consciente de que es bastante atractiva. Su melena negra contrastaba con su blanca piel, pero aún más lo hacía respecto a sus enormes ojos azules. Un bonito trasero, una cintura estrecha y unas tetas de tamaño medio pero perfectamente formadas constituían la belleza que tenía por hermana.
    
    Sin embargo, a la que Jose no le quitaba era a Lucía. Su media melena castaña enmarcaban una carita redonda, con sonrisa perfecta y ojos verdes. La naturaleza había sido aún más generosa con su cuerpo que con el de Gina, dotándola con más pecho y mejor culo, además de mejor bronceado. Con semejante cuerpo, Jose lamentaba como nadie que fuera lesbiana.
    
    Gina y Lucía se habían conocido ese verano y apenas llevaban una semana de noviazgo, hecho que había destrozado a Jose, ya que se había llevado un mes detrás de Lucía hasta que un día la sorprendió morreándose con su hermana Gina. Fue un mazazo tan grande para él que reaccionó insultándolas muy indignado.
    
    - ¡Pedazo de puta “calienta-pollas”! - le gritó a Lucía.
    
    - Tranquilizate, hermano. - le pidió Gina.
    
    - ¡Cállate si no quieres que ...
    ... se lo cuente a mamá! - fue su respuesta.
    
    - Yo no tengo culpa de que tú te hayas montado tu película. - le dijo Lucía visiblemente molesta por su actitud.
    
    - ¿Una película? Si llevas un mes tonteando conmigo, pedazo de puta!
    
    - ¿Qué me has llamado? - dijo Lucía con gesto serio y mirada asesina.
    
    - ¡Lo que eres, una puta calienta-pollas!
    
    Cómo se arrepentía de esas palabras, o de no haber estado más atento, ya que apenas vio venir la tremenda patada que le dio Lucía, cuyo empeine golpeó sin miramientos sus testículos. Fue una patada descomunal, ya que la chica era muy deportista y tenía una gran fuerza en las piernas. Ya no hubo más insultos, pues el dolor solo lo dejaba gemir y, minutos después, llorar en posición fetal. El dolor no era nuevo para él, pero sí la intensidad. Nunca le habían dado un golpe similar, y jamás habría imaginado que podía llegar a ser tan doloroso.
    
    Lo invadió una dolorosa sensación de inferioridad al estar tirado en el suelo ante Lucía, que permanecía a su lado con gesto indiferente, para nada sorprendida por el efecto de la patada en las partes blandas del chico. Por suerte, Gina sí mostró algo de empatía por su malherido hermano, aunque poco pudo hacer por ayudarlo más que recriminarle a Lucía la brutalidad del ataque y preguntarle si estaba mejor a cada rato. Como la respuesta a esa pregunta siempre era nula o negativa, Gina tuvo que llamar a emergencias para que lo llevaran al hospital.
    
    - Por estas cosas no me atraen los tíos, dan ...
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