1. Una historia de la Segunda Guerra Mundial


    Fecha: 22/08/2023, Categorías: Hetero Autor: Forman, Fuente: CuentoRelatos

    ... tensos y duros como pelotas de tenis. Se notaba la ausencia de compañía femenina en Uwe con esos rigores de la guerra y... la mía más...
    
    Él gemía como un toro y me cogía la cabeza con fuerza procurando no atragantarme con esa polla la cual no podía ni fagocitar una tercera parte. En el caso, intentaba tragarme todo lo que podía y ayudarme de mis manos hasta tocar los huevos. Unos huevos repletos de semen. Había veces la sacaba del todo y con sus manos la tanteaba para que observase lo tiesa y grande se la había puesto. Acto seguido, volvía a engullirla todo lo que podía.
    
    Cuanto más se la chupaba más palabras guturales que yo no entendía emitía en alemán arrastrando la "R" en su idioma. Eso me excitaba todavía más. No saber que decía me puso cachonda perdida. Me imaginaba así me decía palabras sucias al igual que cariñosas.
    
    Definitivamente un enorme chorro de espeso y oloroso semen regó toda mi cara poniendo de manifiesto Uwe hacía años no tenía conocimiento de mujer alguna. Me supo a gloria semejante lechada que resbalaba por toda mi cara. Señal inequívoca de que lo había hecho bien a pesar de ser una mujer inexperta.
    
    Él cayó rendido sobre el sofá de la estancia con un miembro palpitante chorreando blanco y grumoso esperma ario que poco a poco se iba tornando transparente.
    
    Sí... era una traidora. Pero... qué culpa tenía una mujer indefensa en ello?
    
    Aquel día nos dormimos abrazados en el sofá y soñé que hacía el amor con mi marido. El camarada Yuri ...
    ... Petrov.
    
    Cual no fue mi sorpresa en el momento me desperté tenía la cabeza de Uwe chupando mi coño. Separaba mis labios con sus manos e introducía sus dedos en mi húmeda vagina como un loco. Yo, mientras guiaba su cabeza rapada al cero haciéndola mía. Lamía mi ano y cuando paraba para reponerme un rato me decía cosas agradables con su inconfundible acento para volver a atacar mi sexo con más ímpetu si cabe así hasta alcanzar un orgasmo que recorrió todo mi cuerpo de arriba a abajo y que me dejó con las piernas completamente paralizadas y gimiendo como un animal herido.
    
    -A dónde vas? -Espetó Uwe.
    
    -A prepararle el desayuno a Alexei...
    
    Alexei partió a la ciudad o lo que quedaba de ella. La ciudad era una mole en ruinas donde los pequeños estudiaban las 4 reglas en improvisadas aulas.
    
    Uwe, aquel día me confesó que su mujer e hijo habían perecido en un bombardeo en Berlín, que era ingeniero y que desde entonces había ingresado en el ejército prometiéndose ser casto. Una especie de caballero teutón que sin duda alguna acababa de mancillar su promesa.
    
    Él y yo hacíamos el amor todos los días. Lo quería con locura y él a mi. Vivíamos pobres y con dificultades pero felices. Creo que en mi vida y ni siquiera con Yuri me había sentido más querida.
    
    Un buen día cocinábamos juntos mientras Alexei jugaba en su cuarto llamaron a la puerta.
    
    Uwe cogió su Lüger y abrió.
    
    Un hombre vestido de harapos a punto de desmayarse exclamó...
    
    -Soy el camarada Yuri Petrov y hemos ganado la ...
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