Rosa, rosae
Fecha: 08/09/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la época, bastante oscura. Cuando mis ojos se adaptaron a la luz, me sorprendió distinguir en un grupillo sentado en unos sofás a Rosa junto a Isabel, la profesora de Ciencias Naturales, que era más joven, en torno a los 30 y que también estaba muy bien, aunque su forma de vestir no era tan femenina como la de Rosa.
Tras pedir la bebida en la barra, nos dirigimos hacia donde estaban las profesoras, y los más lanzados sacaron a Isabel a bailar, y se fueron todos a la pista de baile. Yo aproveché la situación y envalentonado por el alcohol me senté junto a Rosa. Se notaba que ella también había tomado alguna copa porque estaba muy dicharachera. Estuvimos hablando de los planes para las vacaciones, y me estuvo diciendo que yo había mejorado bastante con el latín en la última evaluación. Ella estaba preciosa, con sus vaqueros ajustados como siempre, esta vez negros, y una camisa blanca bastante ajustada que hacía que sus tetas pareciesen más grandes. Además llevaba unas sandalias de tacón alto que me estaban volviendo loco al verle los pies con sus piernas cruzadas. Estaba muy sexy, y yo estaba otra vez totalmente empalmado junto a ella. Estábamos los dos hablando muy relajados, y yo en algún momento me permití el atrevimiento de poner mi mano en su pierna. No quería correr mucho y enseguida la quitaba, pero como ella no decía nada, volvía a ponerla, hasta que una de las veces me cogió la mano y me la quitó. Me miró a los ojos sin perder la sonrisa.
R- Estás loco? Es ...
... que no ves que aquí nos ven todos?
Debí ponerme rojo como un tomate porque noté un calor abrasador en la cara. Ella debió notar mi vergüenza y siguió hablando.
R- No te preocupes, no me enfado, pero ten en cuenta que soy una profesora, y aquí todos están pendientes de mí. De todas formas yo dentro de poco me voy a ir. Cómo has venido? En autobús?
Y- Sí claro, en autobús (balbuceé muerto de vergüenza)
R- Pues ahora si quieres te acerco a tu casa. Me pillas de paso, y así te ahorras el autobús.
La verdad es que yo no quería irme todavía, pero aquello que me acababa de decir sonaba a invitación. Evidentemente lo era, pero insisto en que entonces yo solo tenía 18 años y era un chaval muy tímido y sin ninguna experiencia con las chicas. Al final vencí mi timidez y le dije que sí, que claro, que se lo agradecía mucho.
R- Pues venga, ve a bailar con tus compañeros y ahora cuando me vaya a ir te aviso.
Cuando me iba a mover con intención de levantarme, puso su mano en mi hombro sujetándome, y se acercó a mi oído.
R- No vayas a fanfarronear con tus amigos y les cuentes que me has tocado la pierna…
Lo dijo tan cerca de mi oído que pude notar sus labios moviéndose y rozando mi oreja. Aquello me hizo sentir un escalofrío y estuve a punto de correrme. Al girar mi cara para asegurarle que no, ella me estaba sonriendo con la misma sonrisa pícara de aquella tarde en el autobús, y acto seguido me guiñó un ojo. Me levanté sin decir nada, solo devolviéndole la ...