Rosa, rosae
Fecha: 08/09/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sonrisa.
Apenas diez minutos después se acercó a donde estaba y se despidió de todos, nos dijo que se iba ya, y que si alguno quería que le dejase en su casa de camino. Yo dije que sí, claro, pero los demás dijeron que se quedaban, así que me despedí yo también y salimos. Caminamos sin hablar hasta la esquina, y antes de doblarla, los dos volvimos la cabeza a mirar si alguien había salido detrás de nosotros. Ninguno dijimos nada. Seguimos caminando hasta llegar a su coche.
Una vez dentro ella inició de nuevo una conversación intrascendente. Evidentemente la edad se le notaba. Sabía manejar la situación. Eso ayudó a que yo también me relajase y apenas cinco minutos después estábamos los dos charlando y riéndonos como si fuésemos dos amigos. Me sentía cómodo, y en cada semáforo sentía la tentación de acercarme y besarla pero ella no paraba de hablar. Yo iba sentado casi de lado, mirándola. Fue entre semáforo y semáforo, mientras ella hablaba, que puse mi mano izquierda sobre su pierna. Ella me miró pero no dijo nada, siguió conduciendo como si nada. Eso me hizo envalentonarme y empecé a acariciar su pierna, recorriéndola desde la rodilla hasta el muslo, al principio solo por la parte de arriba. Después me atreví con la parte interior de sus muslos. Ella había dejado de hablar y ahora podía escuchar su respiración algo agitada. La verdad es que yo no sabía muy bien cómo seguir. Era mi primera vez y encima con una mujer de 45 años que además era mi profesora.
Ella ...
... fue la que me sacó de mi timidez cuando al llegar al siguiente semáforo cogió mi mano sin mirarme, cerró los ojos y la fue subiendo por su tripa. Entendí enseguida que me estaba dando vía libre y subí hasta sus tetas. Le acaricié la derecha, suave al principio, después más fuerte y a ella se le escapó un gemido. Yo notaba mi polla a punto de reventar. El semáforo se abrió y ella puso primera y arrancó. Yo seguí tocándole las tetas. Pasaba de una a la otra. No eran grandes, pero se notaba que estaban bien puestas, pues el sujetador era muy fino y las notaba perfectamente. Enseguida noté sus pezones duros. Su respiración era ya a todo volumen, gemía abiertamente y me miraba de vez en cuando con una cara que yo no había visto antes en ninguna mujer. Era el deseo dibujado en su cara.
De repente estiró su mano derecha y me acarició el bulto sobre el pantalón.
R- Ufff, qué tienes ahí por Dios? Está durísima.
Y- Joder Rosa, es que me tienes loco desde aquel día en el autobús.
Me sonrió y se mordió el labio.
R- Espera, deja de tocarme que sino no voy a poder conducir. Vamos a parar en algún sitio.
Se desvió en la salida de la Casa de Campo, y en cuanto pudo paró el coche entre la vegetación. Había más coches por allí, algunos con ropa en las ventanillas a modo de cortinas, otros con los cristales totalmente empañados. Paró el motor y dejó puesta la radio. Hasta entonces ni siquiera me había dado cuenta que iba la radio puesta, pero sonaban baladas. Era el momento ...