1. Cambio


    Fecha: 08/09/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Después de diez años de feliz matrimonio, habíamos llegado a un cierto punto de conformidad, seguramente por mi causa, pues nunca acabé de decidirme a realizar todas las variantes que mi marido proponía, tal vez por la educación recibida, tal vez por miedo. Lo cierto es que, cada vez que volvía de sus frecuentes viajes de trabajo, al fin y al cabo debía recorrer la región con asiduidad, la escena se repetía.
    
    –¡Nora! ¡He llegado! –decía al abrir la puerta.
    
    –¡Juan, estoy aquí, en la cocina! –le respondía, ya que habitualmente volvía los viernes tarde y yo dedicaba las tardes a cocinar.
    
    El beso apasionado que nos dábamos era la medida del cariño. Y luego, acabábamos en el dormitorio o en otra estancia de la casa. Nuestro catálogo de posturas y formas era amplio pero clásico: yo desnuda boca arriba y él encima, llenándome con su verga, cabalgando hasta el orgasmo, hasta vaciarse en mi; él boca arriba y yo encima, llevando el ritmo hasta verle acabar; yo boca abajo y él penetrándome desde detrás, me gustaba sentirme un poco controlada; él sentado en el borde de la cama o en un sillón y yo mamándosela hasta que me chorreaba por la boca; o yo sentada y él comiéndome el coño hasta que me corría.
    
    A veces, sobre todo al principio, Juan sugería otras formas: metérmela por el culo, cuerdas o esposas, hacerlo en otros sitios, pero a mí me daba bastante miedo y nunca accedía. Luego dejó de pedirlo, se conformó con nuestro sexo un tanto clásico.
    
    Una vez estuve a punto de ...
    ... caer en la tentación, era mi cumpleaños y me trajo un gran ramo de rosas blancas, mis preferidas, compradas en una floristería de la ciudad que había visitado por cuestiones de negocios. Ese día me dejé acariciar el cuerpo con una rosa, hasta el coño, y era excitante, muy excitante, el tacto de la flor. Lástima que en un mal movimiento se me clavara una espina del tallo. Me cortó todo el momento. Si no, seguro que hubiera permitido un cambio, no sé, vendarme los ojos o algo así.
    
    Pero todo cambió un día, estaba amodorrada en el sofá.
    
    Llamaron al timbre, ¿quién podría ser? Seguro que sería algún vendedor de esos que iban de puerta en puerta. Para mi sorpresa fue una pareja de la Guardia Civil.
    
    –¿Nora Sánchez? –me preguntó uno de ellos, seguramente el que mandaba.
    
    –Si, soy yo ¿qué ocurre? ¿alguna citación? ¿una multa?
    
    –No, nada de eso –dijo el que mandaba–. ¿Podemos pasar?
    
    –Adelante, pasen –dije invitándolos a pasar. Les guié al salón y nos sentamos en los sillones.
    
    –Tenemos la desagradable misión de comunicarle una mala noticia, su marido ha tenido un accidente, un conductor que circulaba en sentido contrario por la autopista ha chocado con su marido. Ha sido imposible evitarlo.
    
    –¿Y cómo está él? ¿Está herido y por eso no me ha podido llamar? –dije con angustia.
    
    –No, el resultado ha sido fatal.
    
    –¡Muerto!...
    
    Te mataron, Juan. Un loco te mató. Y a mí se me cayó el mundo encima. De repente no ibas a volver, nunca mas. Nunca volvería a tenerte dentro. ...
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