1. Caitiff


    Fecha: 15/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pensarlo, metiéndole la lengua hasta el gaznate. Se morrearon con ansiedad, prolongando el beso lo máximo que podían las dos. Al mismo tiempo, Miranda se frotaba con ganas, haciendo que su sexo chocase contra el de Scarlett.
    
    La pelirroja gimió un poco al sentir su clítoris golpeado por la humedad de su amante. Ella continuó besándola mientras aumentaba el ritmo, haciendo que poco a poco, el calor volviera a invadir su cuerpo. Tras llevar un poco así, la mujer posó su boca en el oído y le susurró:
    
    —Esto te va a encantar.
    
    Le mordisqueó la oreja y luego, continuó lamiendo su cuello. Al mismo tiempo, su mano derecha descendió por el vientre de la chica y se internó entre sus piernas, lista para tocarla allí abajo.
    
    Scarlett se volvió a poner muy tensa cuando notó como los dedos de Miranda le abrían los labios mayores y el índice recorría su húmeda raja.
    
    —Agh, ¡Miranda! —gimió con fuerza.
    
    —Tranquila, tú déjate llevar.
    
    Aquellas palabras la calmaron un poco, pero sabía que la cosa se iba a encender mucho más y no podría contenerse.
    
    Enseguida, notó como el dedo índice se colocaba sobre la abertura de la vagina, listo para entrar. Miranda hizo círculos con él, dejando que se impregnase con los flujos que salían de su interior. Seguramente, querría dejarlo bien húmedo para que así la penetración fuera más fácil. Se quedó allí, limitándose a chapotear en su interior, sin llegar a meterlo. Scarlett, por otra parte, no hacía más disfrutar.
    
    —Bien, ya está bien ...
    ... mojadito —comentó la mujer satisfecha.
    
    De repente, su dedo se adentró en la vagina de la chica. Scarlett acusó la intrusión con sorpresa. No se esperaba tan inesperada penetración y eso la puso algo nerviosa.
    
    —Cálmate —le dijo Miranda en su suave susurro—. Si te relajas, todo será mejor.
    
    Respiró hondo, intentando tranquilizarse. El dedo siguió entrando y, pese a la estrechez de su sexo, avanzaba inexorable hacia su interior. En poco tiempo, entró por completo.
    
    —Um, lo noto.
    
    El índice de Miranda dio con el himen de Scarlett. Aquella superficie elástica se había estirado bastante al entrar todo el dedo, pero no se había roto. La chica había leído que algunos hímenes no se tenían por qué romper e, incluso, algunas mujeres todavía lo podían conservar pese a tener varias relaciones sexuales. No le dolía, lo cual era un alivio.
    
    —Voy a meter otro —anunció Miranda.
    
    Con suavidad, sacó el índice y embadurnó con sus jugos el dedocorazón. Luego, colocó ambos a la entrada de la vagina y volvió a entrar. Scarlett contrajo un poco su rostro y Miranda la besó con calidez en la mejilla izquierda y luego en la derecha. Fue dejándole pequeños ósculos por todo su rostro al tiempo que sus dos falanges se adentraban por su interior. En un punto, llegaron a entrar por completo. El himen, quedó de nuevo bien estirado.
    
    —No te preocupes, no te va a doler —la calmó Miranda.
    
    Los dedos empujaron un poco más y sintió un leve desgarró. El himen estaba roto, por lo tanto, ya no era ...
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