Los traidores
Fecha: 02/07/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... se baja los pantalones, y la penetra sobre la fría cerámica, con el televisor encendido, y la olla hirviendo, tan calientes como ellos, como únicos testigos.
El olor a sexo se alza en la cocina, y se mezcla con el de la cebolla y los morrones que están sobre la mesada. Germán la posee con una violencia insólita, aumentando la potencia de las embestidas cada vez que la penetra. Camila grita, y sus nalgas se frotan sobre las baldosas grises, y su cuerpo se arrastra, resbaladizo, por ella, cada vez que tiene adentro el prodigioso sexo de su cuñado. Ambos se arrastran por el piso, en una sucesión de contorsiones eróticas, extasiados por la inefable atracción mutua y por el delicioso sabor de la traición. Germán percibe el inminente orgasmo, saca el miembro de adentro de Camila, y se masturba encima de ella. Su cara se desfigura cuando sus músculos se tensan, y el pene, inyectado de sangre, ya no puede contener la explosión, eyectando el semen sobre los bellos púbicos de Camila.
Ella, todavía sedienta, sabiendo que en cualquier momento llegaría su marido, pero a pesar de todo, obnubilada por la excitación, se masturba, frotándose el clítoris frenéticamente, ante la mirada posesiva de Germán, que ya se está subiendo el pantalón. Camila reprime un grito, y se retuerce en el piso mientras su sexo larga abundante fluido, y queda unos minutos temblorosa, transpirada, con la pollera levantada, y el sexo palpitante.
2
Marcos llegó a los cinco minutos, encontrando la olla ...
... hirviendo, con el agua empezando a secarse, mientras la tapa amenazaba con salir volando.
Camila aparecía con la misma pollera azul, un tanto arrugada, cosa que no le preocupaba porque sabía que Marcos era poco observador.
— Hola mi amor. — lo saluda. No se acerca a abrazarlo. No tuvo tiempo de bañarse, sólo atinó a cambiarse de bombacha, y temía que su marido perciba el olor a sexo, y sobre todo, el aroma de su hermano.
Sin embargo, él sí se acercó, y la abrazó.
— ¿Qué pasa? — le preguntó. — Estás rara.
Camila se estremeció por dentro, pero enseguida entendió que lo único que había notado Marcos, era su turbación, así que sacó su mejor sonrisa y le dijo que no pasaba nada, que estaba mal del estómago y tuvo que ir urgente al baño. Con eso mató dos pájaros de un tiro, porque así explicaba también la olla que encontró con la tapa bailando por la potencia del vapor.
A la hora de la cena, Germán bajó a acompañarlos. Camila se sentía incómoda con sus dos hombres a sólo unos centímetros de distancia. Maldijo el día en que aceptó la propuesta de Marcos, de permitir que su hermano viva unos meses con ellos, hasta que consiga un lugar para alquilar. Sin embargo, ambos hombres no parecían afectados en lo más mínimo. Marcos estaba atrapado en su ignorancia. Su falta de interés por casi todo lo que lo rodeaba, y lo poco detallista que era, lo encerraban en una burbuja que lo protegía de la realidad. Sería incapaz de imaginar que su hermano se coge a su esposa en su propia ...