Un chico lindo, demasiado lindo
Fecha: 03/07/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... El pobrecito debió higienizarse a fondo, enjabonando cada centímetro de su cuerpo para después lavarse la cabeza. Por último, la mujerona le ordenó:
-Enjabónate el dedo medio y metételo en la colita, bien adentro. Quiero comprobar que tengas el culito limpio. -y lo tenía.
Al terminar la ducha y luego de que el chico se hubo secado, Hilda hizo que se aplicara desodorante en las axilas y que se lavara los dientes. Por último, le perfumó las sienes, ambos lados del cuello, las muñecas y los lóbulos de las orejas.
Luego del baño el chico lucía más lindo que nunca, ya seco su pelo castaño y enrulado y con tristeza en sus ojos y en su carita.
-Vení, seguime que vas a esperar a don Ernesto en su dormitorio. Te acostás en la cama y te quedás ahí quietito, ¿me oíste?
El chico asintió con la cabeza y la matrona insistó, elevando el tono:
-¡¿ME OÍSTE?!
-Sí… -contestó en un susurro, atemorizado.
-¡¿A QUIÈN LE ESTÁS HABLANDO?! –vociferó Hilda, vuelta hacia él.
-Pe… perdón, señora Hilda… -balbuceó el chico.
-Mmmhhhhhh, hay que enseñarte modales, nene, y me voy a ocupar de eso. –dijo la mujer, lo aferró por el pelo, lo lanzó hacia delante y enseguida lo metió en el dormitorio del vejete.
-A la cama, ¡vamos!... Y bien quietito.
Y allí quedó el pobre, temblando ante la inminencia de nuevas violaciones cuando luego de la muerte de la “señorita” Rosa y de don Benito había albergado la ingenua ilusión de que su calvario había terminado.
Durante el tiempo ...
... que esperó inmóvil en la cama del sátiro pensó en su situación y en lo que estarían pensando y sintiendo sus padres ante su desaparición. La idea lo hizo sollozar y sollozaba cuando don Ernesto entró en el dormitorio en mangas de camisa y con la pija semidura, abultando el pantalón.
-Se sentó en el borde de la cama y mientras el chico, por temor, procuraba controlar sus sollozos, el viejo le dijo mientras le deslizaba su mano derecha lentamente por un muslo:
-Guardate esas lagrimitas para cuando te la meta hasta los huevos, cachorro… -y lanzó una risita cruel.
El chico trataba de no moverse mientras esa mano ascendía por su muslo derecho y por fin dijo:
-Don Ernesto, me… me comentó la señora Hilda que… usted me… me va a tener viviendo acá… ¿Es cierto eso?...
-Sí, es cierto, te voy a tener acá unos meses, hasta que me canse de darte leche por el culo y por la boca, y te voy a hacer sacar muchas fotos por Hilda, para que tus papis hagan un lindo álbum con las travesuras de su hijo…
-¡Noooooooo!... –gritó el chico sentándose en la cama, presa de la desesperación.
Don Ernesto lanzó una carcajada:
-Ah, tenés miedo, ¿eh, putito? –se burló el viejo.
-No se las mande, don Ernesto… Por favor… No… no se las mande… -suplicó el chico angustiado.
-Cuando te deje ir dentro de unos meses te voy a decir cómo le vas a explicar a tus papis tu desaparición. Si hacés los deberes yo no les mando las fotos.
-Sí… -admitió el jovencito ilusionándose con su liberación, ...