1. Un chico lindo, demasiado lindo


    Fecha: 03/07/2018, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... aunque fuera dentro de varios meses y tuviera que padecer, mientras tanto, abusos sexuales y humillaciones.
    
    Don Ernesto ordenó entonces:
    
    -Desvestime, vamos, sacame los zapatos, las medias y después toda la ropa.
    
    El chico supo que debía obedecer, que no tenía opción, y se abocó a la tarea ordenada. Se angustió al ver la pija dura del sátiro y mucho más cuando éste, echado de espaldas en la cama y con las piernas abiertas le dijo:
    
    -Vamos, nene, a chupar.
    
    Entonces se arrodilló entre los muslos del viejo, cerró los ojos, tomó con su mano derecha ese pene, se lo metió en la boca y empezó a chupar.
    
    -Cada tanto sacátela de la boca y lamé… lamé desde la base de los huevos hasta la cabeza. ¡Vamos! –y el chico obedeció casi asfixiado por esa verga que el viejo le mantenía metida hasta la garganta. Fue un alivio cumplir la orden, quitarse ese ariete de carne de la boca y, a pesar del asco, comenzar a lamer por debajo de los huevos e ir ascendiendo por el escroto y luego por el tronco del pene en dirección al glande.
    
    -Despacio, putito… despacio… Quiero sentir a fondo esa lengüita… -dijo el vejete con la voz enronquecida por la excitación hasta que de pronto ordenó:
    
    -Ya está bien con eso, putito... Ahora ponete en cuatro patas con el culo hacia mí…
    
    El pobrecito obedeció herido en lo más profundo por ser llamado putito, temblando ante lo que sabía iba a sucederle. Cada vez que era violado sentía un dolor muy intenso que no disminuía pese a las muchas ...
    ... penetraciones que había padecido. El viejo se incorporó a medias en la cama, extrajo del cajón de la mesita de noche un pote de vaselina y se untó la pija, para después poner un poco en el orificio anal del chico.
    
    Estaba arrodillado entre las piernas de su víctima, que no dejaba de temblar y el sátiro, al advertirlo, le dijo con tono burlón mientras le sobaba las nalgas con ambas manos:
    
    -¿Qué pasa, putito? ¿Con lo mucho que te hemos hecho tragar pija todavía no te acostumbraste? A esta altura hasta te debería gustar…¿Acaso no sos un putito? –lo humilló don Ernesto y remató sus comentarios con una carcajada mientras se tomaba el pene con su mano derecha y la dirigía hacia el diminuto objetivo. Segundos después, mientras el chico gemía y suplicaba, la pija comenzó a entrar. Primero el glande y luego el resto, centímetros a centímetro, más y más y se hundió hasta que los huevos comenzaron a tamborilear sobre las nalguitas a cada embate que el viejo provocaba moviendo agresivamente las caderas de atrás hacia delante y de adelante hacia atrás. Era tal el dolor que al chico le costaba mantenerse apoyado sobre sus manos y rodillas, y el sátiro debió sujetarlo firmemente por la cintura con ambas manos hasta que, en medio de sonidos guturales le soltó tres chorros de semen en el fondo del culo para caer después de costado sobre la cama con la pija despidiendo aún los últimos restos de la eyaculación.
    
    Después de un sueño breve, se incorporó, fue hasta la puerta y entreabriéndola llamó a ...