1. Déjame ser yo


    Fecha: 26/07/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues

    ... habían pasado antes por esto y entre temerosos cuchicheos nocturnos, a la luz de una hoguera en el poblado de esclavos habían contado de qué iban los juegos del amo Hesed y por eso tenían miedo. Sarah y Kendo los miraban con curiosidad. No conocían a ninguno. Aquellos esclavos eran todos negros del campo, como se conocía a los que trabajaban las tierras de la plantación. Sarah y Kendo sólo conocían a los negros domésticos pues a esos sí los veían a diario en la casa grande o en sus aledaños. Sabían sus nombres porque tenían relación con ellos, porque los niños domésticos les servían Los dos niños tampoco sabían muy bien qué iban a presenciar, sólo sabían que se trataba de los juegos de papá. Lo único que sabían era lo que Nitza les había dicho Los chiquillos estaban totalmente desnudos. Sarah y Kendo miraban con avidez aquellos cuerpos delgados pero fibrosos, moldeados en el duro trabajo en el campo, de sol a sol, pero sobre todo miraban sus atributos que colgaban impúdicos a la vista. A pesar de que Sarah y Kendo sabían que aquellos niños eran animales no dejaban de experimentar cierta zozobra al presenciar su insolente desnudez. De hecho sabían que parte del juego consistía en descubrir a aquellos que de entre esos negritos manifestaran su innata perversión, su lascivia impúdica y había que castigarla. Charles dio las instrucciones. Los muchachos se acercaron temerosos a la maroma que pendía de un soporte de hierro de tres metros de altura sobre el agua y fijada sobre ...
    ... un extremo del embarcadero. Uno por uno tenían que agarrarse a la cuerda en grupos de tres lo que obligaba a dos de los niños a cogerse entre ellos, a entrelazar sus cuerpos para sujetarse. Los otros tres serían utilizados en la siguiente tanda y de momento se encargarían de empujar a los tres que estaban aferrados entre sí y a la maroma. Los empujaron y empezaron a balancearse. Los tres chiquillos a pesar del miedo comenzaron a reírse, el amo los hacía columpiar. Sabían que tendrían que soltarse cuando la cuerda describiera el mayor arco orbital para caer a plomo sobre las frescas y apacibles aguas Las risas fueron en aumento. Ya no se acordaban de lo que los mayores les habían contado en su día. Se lo estaban pasando bien. Hacía un calor horrible y sus cuerpos, aferrados unos a otros sudaban como caballos agotados. Sarah y Kendo contemplaban el balanceo de los negros con una sonrisa. Ellos tenían una ligera noción de qué consistía el «juego de papá». Hesed se había sentado sobre la espalda de noriel para contemplar el espectáculo de la infantil carne negra reluciente de sudor apretujada, brillante, fibrosa y tensa. Hesed se bajó la bragueta y sacándose el enorme miembro del calzón comenzó a tocarse. Sarah se giró de repente. El sol la molestaba. Su manita se movió como un rayo y abofeteó a la distraída Alexia que no mantenía la sombrilla en la posición adecuada. La esclavita , de la misma edad que su amita reaccionó rectificando. —¡Estate atenta, Alexia! – dijo con su voz ...
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