1. Déjame ser yo


    Fecha: 26/07/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues

    ... chillona la señorita Sarah. —Perdón, señorita Sarah – contestó Alexia agachando la mirada y con la mejilla ardiente por la bofetada. Los tres niños que se balanceaban al extremo de la cuerda se soltaron cuando ésta alcanzó la máxima altura y sus cuerpos se fueron desenlazando mientras bajaban a gran velocidad y caían sobre el agua. Un chapoteo inmenso. El frescor de las frías aguas en sus carnes calientes. Bracearon y salieron del agua jadeando. Hesed se levantó para recibir a los tres niños mojados. Sus pieles brillaban con el agua. La mirada de Hesed buscaba su víctima. Sabía que el roce de los cuerpos entre sí, la excitación, el sudor, el contacto y la edad iban a proporcionarle la satisfacción que buscaba. —¡Sarah. inspeccionalos! – gritó Hesed excitado sin esconder el pene que ahora colgaba fuera de su bragueta – Sabes qué tienes que hacer, verdad? —Sí papá – respondió acongojada la niña. Sarah se acercó a los tres adolescentes que ya estaban formados uno junto al otro sobre la tarima del embarcadero. La niña se agachó para ver mejor los genitales de los tres niños. Ellos sabían que no podían tener una erección. Ese era el juego, encontrar a aquel que tras el rozamiento con los cuerpos desnudos de sus compañeros tuviese una natural reacción erógena. Llenos de incertidumbre y como sintiendo por primera vez su desnudez ante la cercana y escrutadora mirada de la amita, los tres negros se cubrieron las partes con las manos y cruzando las piernas. Sarah apartó las manos de ...
    ... uno de los niños con el extremo de su «nervio de buey» y. ¡Oh, sorpresa! ¡Ahí había un pervertido! Sarah gritó excitada, emocionada. Había dado con el premio del juego de papá. —¡Aquí papá, aquí. a éste se le ha puesto gorda! —¡Muy bien Sarah, muy bien. ! ¡Ahora tócasela con la mano, acaríciasela y dime si se le pone más dura! Sarah, a la que temblaban las manos de excitación, tocó con sus suaves deditos el miembro del joven negro que reaccionó al instante alargándose aún más y endureciéndose más. —¡Sí papá, es un pervertido, un pervertido! – chilló extasiada la joven Sarah. —¡Esa es la señal, Oh Señor, de la lascivia que corroe estos cuerpos negros, embrutecidos por la lubricidad y la concupiscencia! ¡Oh Señor, te damos gracias por permitirnos ser tus manos, tus divinas manos que arrancarán el pecado de esas bestias lascivas! – Hesed parecía en trance, alzando las manos al cielo, con el miembro morcillón bamboleándose fuera del calzón – ¡Tú, , ven aquí. arrodíllate. de rodillas! – bramó Hesed El esclavo estaba aterrorizado. ¡Cómo pretendían que no se le endureciera el miembro después de haber estado frotando su cuerpo contra la tibia carne de sus compañeros y si aquella encantadora niña blanca acababa de acariciárselo con su dulce mano! Además, la sola presencia del amo y de los amitos ya eran motivo suficiente para sentirse excitado. El pobre muchacho veía a los amos, con sus bonitas ropas, con sus brillantes zapatos El esclavo se arrodilló ante el amo HESED. Su rostro quedó ...
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