1. Los limoneros III


    Fecha: 27/07/2018, Categorías: Gays Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues

    ... mesa alargada que quedaba a la entrada, llegaban alegres y tarde, era la última mesa que quedaba por ocupar, y alguno comenzó a saludar a gritos a Raúl. Uno de ellos se acercó a la mesa. -No os mováis, esto huele muy bien. -había apoyado una mano sobre el hombro de Raúl y se inclinaba para sentir el olor de su plato. -Luego tomamos algo, hoy no te escapas. -me dirigió una mirada pero como Raúl no reaccionaba se dirigió a mi. -Hace tiempo que nos tiene abandonados hoy no va a poderlo hacer, no, de esta no escapa. -Tendré que consultarlo antes con Cristian. -le decía que si con mi cabeza y se despidieron con un golpe en sus manos. Sentí un escalofrío al salir a calle hacía frío aumentado por un fuerte viento del sur que movía las farolas, llevaba su anorak en la mano sin ponérselo y me lo colocó sobre los hombros. -Vamos a andar rápido o te congelarás. -cogió mi brazo y me sentía arrastrado, corriendo los últimos metros que nos separaban de su coche, lo arrancó y puso a tope la calefacción, al principio salía aire frío y se frotaba las manos, intenté quitarme su anorak para que él se tapara. -Ni hablar, no quiero ser responsable de que enfermes. -lo cruzó delante de mi pecho y elevó el cuello para que me tapara mejor apretándolo unos segundos. Me recosté en el asiento mientras avanzábamos, el interior del coche había cogido temperatura pero yo seguía enguantado en la calidez de su anorak. Recordaba las dos últimas horas pasadas, sin cerrar los ojos para no dejar de mirar su ...
    ... perfil, quizá fuera la última vez que lo tuviera tan cerca y no me quería perder el momento. Después de cenar, sus amigos, estrechándose unos con otros, nos hicieron un lugar en su mesa, me presentó como hiciera con Ángel en la barra: “Un viejo amigo” y añadió unas palabras más: “que se volverá a marchar”, su tono de voz hizo que una de las chicas le mirara, parecían sonar melancólicas y bañadas de tristeza. Ese momento pasó, estaban para divertirse. Sin preguntarme me pusieron un vaso ancho delante, con una bebida roja y muchos hielos, resultaba dulzona y algo amarga, sonreí al recordar su gesto cuando mordió el limón que recogía del suelo. Resultaron dos horas deliciosas a su lado, no me prestaban mucha atención, hablaban entre ellos y reían, como si de los árboles colgaran caramelos y la vida fuera un mazapán. Raúl me preguntaba algunas veces, demasiadas quizá, si me encontraba bien, ¿y cómo iba a estar si me sentía pegado a él? El calor de su cuerpo pasaba la tela de la camisa y lo notaba. Salimos del coche, a la fría y ventosa noche desgarrada de temblores. Las luces navideñas bailaban en los pinos, azotadas por el viento, las del porche se proyectaban hasta el tronco del viejo y enorme roble, sus ramas crujían resistiendo el empuje, incrustándose en la corteza afianzadas. -Bueno ya terminó todo, gracias por la noche Cristian. -se había quedado parado, y él, tan fuerte, viril y grande, parecía débil, frágil en el inhóspito paraje. Sujeté su mano y se dejó llevar hacia la ...
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