Mi padre
Fecha: 25/07/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: DENYS PERVERSO, Fuente: CuentoRelatos
... chamaco. Amando y respetando a mi madre, y no deseándola como toda la bola de cabrones, no podía hacerme el pendejo yo también la desnudaba con la mirada. Verla coger tan despreocupada, despertó en mí el deseo que todavía hoy me consume. Unos días aquí y otros infernales con ella fue mi forma de vivir, apenas aprendí a leer, como dicen por ahí: cuando menos es lo que es una “o” por lo redondo.
Don Gonzalo me dio trabajo así me convertí en caporal. Ignoro si Zacarías le daba dinero constante, pero en cuanto comencé a ganar, nunca le faltó mi apoyo, no me gustaba estar con ella, porque la deseaba más de lo que me podía controlar. No había más donde dormir, que no fuera el catre donde Zacarías la revolcaba. Sencillamente no podía dormir junto a ella. Infinidad de ocasiones aprovechando que dormía, la manoseaba arteramente. Besaba y chupaba sus tetas, e incluso metí la mano en su adorable rincón. Puedo deshacerme en excusas, pero no soy de esa gente. Le agarraba la panocha a mi madre, porque la deseaba. Separado por temporadas de su lado, no pasaba una sola noche, en que no pensara en ella. Me masturbaba imaginando, que mi mano era su puchita. Todo eso era morboso lo sé, pero siempre me tuvo sin cuidado.
Agustín era mi amigo, desde que ambos éramos muy pequeños. En realidad, para mí, era mi hermano y compartíamos secretos y aficiones. Él sabía, del deseo enfermo que sentía por mi madre, lo hice mi cómplice, e infinidad de veces, los dos íbamos a espiar a Carmela cuando ...
... desnuda se bañaba en la cascada. Agustín se quedaba mudo y ausente al contemplar los desnudos encantos de mi madre, y cuando yo me reía de su boba cara, se sonrojaba y me pedía disculpas.
—no pasa nada hombre, en todo caso, yo también me quedo bobo al verla desnuda.
—no me gustaría que te disgustaras, ni por esta ni por ninguna causa conmigo.
—no te apures, no fui yo quién te trajo a mirarla, acaso también te estás disculpando por si llegaras a coger con ella.
—no hombre como crees —no pude más que sonreír al ver su cara apenada. Carmela había terminado de asear sus rincones, con su cabello largo y oscuro ensortijado por el agua. Sus grandes senos agitados por el trapo con que los secaba, y los hirsutos pelos de su vagina con grandes gotas colgadas sobre ellos.
—verdad que esta buenísima Agustín —aquel calló unos instantes y respondió:
—perdoname, si, está buenísima —poco antes de que terminara de vestirse, Agustín y yo dejamos nuestro atisbadero.
Éramos un par de locos, dos locos calenturientos, que se consolaban espiando la desnuda figura de mi madre.
—¿te la cogerías Agustín?
—es tu mamá, y la verdad creo que no. Aunque, ¿cuándo crees que tu madre voltearía a verme?
—pues yo si Agustín, tal vez sea la misma situación que la tuya, pero de alguna forma yo estoy más cerca de ella, y hasta duermo a su lado. Si se da el caso, me la cojo sin pensarlo.
—estás loco.
—si, por qué lo voy a negar, la vi tantas veces coger, que me volví loco de… celos y ...