La historia de Claudia (11)
Fecha: 29/07/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... Claudia que permanecía de pie cerca de la mesa, con las manos atrás y la cabeza gacha.
-Desnudate. -le ordenó. Quiero que le muestren a Inés sus conchas anilladas.
Claudia se quitó el vestido y entonces la señora les ordenó a las dos tenderse de espaldas en el piso ante la peluquera, con las piernas flexionadas y bien abiertas.
En esa posición Inés pudo apreciar debidamente los accesorios y le dijo a Blanca:
-Te felicito, querida, me encanta cómo lucen esas conchas. -y luego de recibir la anuencia de la señora se inclinó hacia adelante e introdujo sus dedos en ambos nidos, que pronto comenzaron a derramar flujo.
-¡Ay, ay, ay! -exclamó entre divertida y cachonda. -Estas perras son increíbles, apenas una las toca empiezan a mojarse...
-Son perras en celo. -dijo Blanca. -Tienen la concha siempre hambrienta.
Inés la miró y sin dejar de trabajar con sus dedos en ambos agujeros le dijo:
-Estoy pensando en algo ¿sabés? -y sus labios dibujaron una sonrisa lujuriosa.
-¿Ah, sí? contame.
-No todavía, dejame redondear la idea, pero creo que te va a gustar. –dijo Inés, que había retirado sus dedos de las conchas y tomaba una servilletita de papel para limpiárselos.
-No. -la detuvo la señora. -Que te lo limpien ellas con la lengua. –y les ordenó a las sumisas que se pusieran en cuatro patas ante Inés.
-Y con el hocico abierto. –les dijo para beneplácito de la peluquera, que encontró eso muy excitante. Metió sus dedos primero en la boca de Claudia y ...
... luego en la de Laura, mientras los movía entre risas:
-¡Vamos, perras, chupen los dedos de mamita! ¡Límpienlos bien! -y por momentos los metía tan profundo que les provocaba arcadas mientras ella y la señora reían sádicamente ante el sofoco de las sumisas y los vanos intentos que hacían por librarse de ese ahogo, ya que Blanca las tenía sujetas firmemente por el pelo.
Finalmente, la anfitriona y su visitante consideraron suficiente la diversión y la peluquera anunció que se retiraba.
-Lo pasé muy bien, querida. –dijo dirigiéndose a Blanca mientras tomaba su cartera, y agregó: -No te olvides de mandarme a tu cachorrita el martes.
-Perdé cuidado. –contestó la señora. –Sale de trabajar a las ocho y de ahí se va para tu casa.
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Dos días después, el sábado por la mañana, la señora iba al supermercado con Claudia vestida de sirvienta y caminando detrás de ella. Estaban por llegar cuando de pronto un perro de regular tamaño se soltó de su dueña, corrió hacia ambas mujeres y alzándose ciñó sus patas delanteras a una de las piernas de Claudia y comenzó a refregarse frenéticamente contra ella. La joven, shockeada por la sorpresa y la repulsión, se puso a gritar mientras trataba infructuosamente de librarse del perro. La dueña del animal se acercó presurosa y tiró fuertemente de la cadena.
-¡¡¡Peter, basta!!! ¡¡¡Basta, vení, vení!!! –vociferaba hasta que al fin pudo arrancarlo de la pierna de Claudia, que quedó inmóvil entre sollozos y jadeos. La desconocida ...