1. Sexo en la vieja hidroeléctrica -5 bis- Una semana más tarde


    Fecha: 31/07/2018, Categorías: Otras Categorías, Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    El agente de la policía Rural y el empleado del consistorio caminan por un sendero hasta el viejo cementerio. Lo rodea un alto muro y para acceder al interior abren la pesada verja de la puerta con sólo empujarla. Una pareja de cuervos grazna desde el tejadillo del único mausoleo del camposanto y emprenden el vuelo.
    
    Las nubes del horizonte ya se tiñen de colores que viran hacia rojizos y añiles.
    
    -Apenas ha hablado en todo el trayecto ¿Qué le ocurre?
    
    -Creí que me visitaría a lo largo de la semana para ponerme al tanto de sus avances en la investigación.
    
    -Tenga estas pastas y disfrútelas -dice el agente entregándole una pequeña caja de cartón de color blanco.
    
    -¿Qué es esto?
    
    -Un detalle que le envía mi esposa. Las ha hecho ella misma. Tómelas como un gesto de agradecimiento por su colaboración en el caso.
    
    -Pero ¿qué clase de aberración es esta? ¿Le como a usted sus partes y es su esposa quien me lo agradece?
    
    -Ella carece de información tan sensible. Como le he dicho, se trata de un gesto amistoso por su colaboración. Le conté lo mucho que me está ayudando y ella se lo agradece. Nada más.
    
    -¿Y debo mostrarme conmovido?
    
    -Cómalas, dígame que estaban buenísimas y habrá cumplido.
    
    El administrativo acepta la caja con semblante enfurruñado.
    
    -El trato fue otro.
    
    -No sé de qué me habla.
    
    -Imaginé que después de lo que pasó, usted y yo...
    
    -¿Qué le parece esta tumba? -pregunta el agente frenando ante una sepultura.
    
    -¿Para qué? ¿Para follar ...
    ... encima?
    
    -Persigo una opinión... más convencional.
    
    -No tengo opinión sobre nada que no me empalme.
    
    -Le diré a mi esposa que las pastas no fueron de su agrado porque no contenían nada que le provocase una erección instantánea.
    
    -Dígale a su esposa que las cocine con el semen de usted, que ella se resiste a tragar, y los pelos de sus cojones.
    
    -¿De quién aprendió una receta tan sicalíptica, de su abuelita la buscona?
    
    -¿Cuándo habrá más de lo nuestro?
    
    -Haga el favor de no acosarme. Su insistencia me distrae de los asuntos profesionales.
    
    -Debería de quitarle el arma que lleva al cinto y descerrajarle un par de tiros.
    
    El rural suspira profundamente. Después aparta con un pie unos crisantemos secos que impiden la visión del nombre grabado en la lápida.
    
    -Aquí enterraron a la única persona fallecida el año de la desaparición de Cipriano según reza en el registro que usted me facilitó: la anciana Teresita Carmen Palenquela, finada tres días antes de los hechos que nos interesan. ¿Qué piensa del dato?
    
    -Que me importa una higa.
    
    ¿Por qué no ha venido a verme?
    
    -Está bien, hablemos claro -dice el rural, harto de la situación- ¿Qué placer obtuvo usted cuando “se me bebió” en la hidroeléctrica?
    
    -Me he estado pajeando toda la semana con la evocación del momento.
    
    -¡Impresionante!
    
    -¿Pero a usted qué más le da mi placer?
    
    El agente le mira con dureza.
    
    -Me juzga muy negativamente ¿Piensa que cuando hago el amor con mi esposa voy a lo mío y que ella me ...
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