1. La hija del jefe


    Fecha: 04/08/2018, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Vetrano–. No tengo idea de lo que me está hablando...
    
    –Junte sus cosas, Vetrano –lo interrumpió Lufratelli–. Está despedido por mentiroso.
    
    Un sudor frío me recorrió la espalda. La situación era propia de una pesadilla.
    
    –Pero señor... –llegó a decir Vetrano con la voz temblorosa.
    
    –Des-pe-di-do –dijo Lufratelli separando las sílabas–. Usted, Piñeiro... ¿Vio el video de mi hija en pelotas que anda dando vuelta por WhatsApp?
    
    –Cómo se le ocurre, Emilio –dijo Piñeiro impostando la voz–. Yo no ando en esas cosas raras.
    
    –Otro más. Está despedido por mentiroso, Piñeiro. Junten sus cosas y se van –dijo Lufratelli severamente–. No me hagan llamar a seguridad para que los saque a golpes. Des-pe-di-dos.
    
    El clima que se vivía en el piso era terrorífico. Lo primero que pensé es que la secretaria nos había vendido. Tenía los auriculares puestos pero claramente no estaba escuchando música. Oyó toda la conversación.
    
    –¿Y usted, Vargas? –me preguntó de repente Lufratelli–. ¿Tampoco vio el video de mi hija Sigrid?
    
    Pensé en mi mujer y mis hijos. Había un 99% de chances de ser despedido si decía la respuesta incorrecta. Me la jugué con la absoluta verdad.
    
    –Sí, señor –dije con la voz firme–. Yo lo vi. Me llegó anoche y lo vi entero.
    
    –Muy bien, Vargas. Me asombra su sinceridad –dijo Lufratelli–. Acompáñeme a mi oficina que vamos a tener una charlita usted y yo a solas.
    
    Entré a la oficina de Lufratelli. Él se sentó en su escritorio y se sirvió un vaso de whisky. Yo ...
    ... me quedé esperando parado hasta que le dio el primer sorbo al vaso y me invitó a sentarme frente a él. Me temblaba todo el cuerpo de los nervios.
    
    –¿Quién le pasó el video por WhatsApp? –fue la primera pregunta de Lufratelli.
    
    –Vetrano –mentí para no mandar al frente a Álvarez que aún no había sido despedido.
    
    –Y dígame, Vargas... –dijo Lufratelli haciendo girar el vaso de whisky en su mano–. ¿Usted se masturbó viendo el video de mi hija Sigrid?
    
    –No, señor –dije tratando de no bajar la mirada–. Sólo vi el video.
    
    Lufratelli se bajó el vaso de whisky como si fuese agua mineral y lo estampó contra el escritorio.
    
    –¡La puta madre, Vargas! –me gritó–. ¿Se hizo una paja o no viendo el video? En cinco minutos lo puedo dejar en la calle. Y le aseguro que no consigue trabajo nunca más en su puta vida.
    
    Nuevamente pensé en mi familia. Otra vez aposté a la pura verdad: me había masturbado dos veces la noche anterior viendo el video.
    
    –Sí, me hice una paja viendo el video –le dí el gusto a Lufratelli de responderle, sin saber qué pretendía de mí.
    
    –Bueno... Agradezco su sinceridad, Vargas. Ahora va a tener que pasar una pequeña pruebita si quiere conservar su trabajo –dijo Lufratelli un tanto risueño y se sirvió otro whisky–. Quiero que se haga una paja adelante mío viendo el video de mi hija, si es que tiene agallas.
    
    Estaba claro que las reglas del juego las ponía Lufratelli. Me tenía agarrado de los huevos. No tenía escapatoria. No había lugar para las dudas ni ...
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