1. La hija del jefe


    Fecha: 04/08/2018, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... para las réplicas. El planteo de Lufratelli era surrealista. Sin embargo, su tono de voz serio, sumado a su postura imperturbable, lo volvía terrenal. Tenía que acatar las órdenes o perder el trabajo. Inspiré hondo y me entregué a la situación. Me levanté de la silla. Parado en medio de la oficina, me desabroché el cinturón. Abrí el botón, bajé el cierre y dejé caer el pantalón. Lo miré a Lufratelli: parecía estar disfrutando de la escena. Me hizo señas como para que continúe. Bajé mi calzoncillo por debajo de las rodillas.
    
    –Vamos, vamos Vargas –me apuró Lufratelli sirviéndose el tercer whisky–. No tengo todo el día. Saque el pito aufera, ponga el video en el celular y hágase una paja acá, adelante mío, si es que es tan hombre. Mi empresa, es una empresa para verdaderos hombres.
    
    Con las manos temblorosas, busqué el video en la galería. Dejé el celular apoyado sobre el escritorio de Lufratelli. Puse play. No había chances de que la verga se me pare: estaba achicharrada, muerta de miedo. Hasta los huevos se me habían hundido para adentro frente a ese contexto hostil.
    
    Me la froté un poco con la mano pero no hubo caso. Los tres minutos de video pasaron sin pena ni gloria. Tenía la verga muerta.
    
    –No me va a quedar otra que despedirlo –dijo Lufratelli decepcionado–. Sin embargo, Vargas, para que vea que soy un buen tipo, voy a ayudarlo –agregó y con un control remoto encendió un Smart TV de 75 pulgadas que había en su oficina.
    
    Mis sospechas sobre su plan se hicieron ...
    ... ciertas en pocos segundos: me dijo que sincronizara mi WhatsApp con la plataforma web y así podría reproducir el video en el tamaño del Smart TV.
    
    –No me va a decir que ahora no le va funciona el pito, Vargas –dijo Lufratelli con un aire canchero–. Con este tamaño de imagen, ningún hombre se podría resistir.
    
    Sincronicé mi WhatsApp. Le dí la espalda a Lufratelli. Tenía que olvidarme de que él me estaba mirando porque sino no se me iba a poner dura. Busqué la galería de videos. Puse play otra vez. El video arrancaba con un plano cenital de la rubia cabellera de Sigrid, sacudiéndose, yendo y viniendo, cabeceando el ombligo de su novio, quien filmaba todo. Recién después de unos segundos levantaba la vista y miraba a cámara, sin quitarse la verga de la boca. Abría grandes los ojos celestes y después los cerraba como si se deleitara al saborear esa pija. Una pija grande, bastante más larga y ancha que la mía, que de a poco empezaba a ponerse rígida. El tamaño del Smart TV ofrecía detalles: la verga del novio tenía las venas bien marcadas y latiendo. Estaba depilada. El tronco de a poco iba adquiriendo un brillo. En realidad eran restos de saliva de la chupada que le estaba dando la hija de Lufratelli. A los 40 segundos de video se la sacó de la boca y empezó a paladearle la cabeza con la lengua, dándole chupadas cortitas y rápidas. La hija de Lufratelli tenía una boquita tierna, de labios rosados y finos. La nariz y las orejas también eran delicadas. Era el tipo de rubia que ...