1. La hija del jefe


    Fecha: 04/08/2018, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... siempre quise cogerme de joven y nunca pude. Ese recuerdo frustrante ayudó a que se me ponga bien dura y al fin pude empezar a masturbarme.
    
    Después del primer minuto de video la escena cambiaba sensiblemente: el novio estaba acostado y ella se le subía encima para cabalgarlo. La piel de Sigrid tenía el tono justo de cama solar. Si bien era rubia, no era blanca. Tenía las tetas operadas, dos círculos perfectos con el pezón rosado ubicado de manera simétrica en el centro de cada pecho. Los pezones eran bien puntiagudos y firmes, daban ganas de ordeñárselos con los dientes. Tardaba unos segundos en sentarse del todo en la verga: ella la empuñó y la frotó un rato como si frotara la lámpara del genio sobre los labios de su concha depilada y de labios apenas perceptibles. Le dio resultado porque la pija de su novio pasó de tiesa a supertiesa. La mía también. Lufratelli estaba en lo cierto: el tamaño del Smart TV me estaba ayudando.
    
    Finalmente Sigrid se decidió y la verga del novio entró entera de una sola sentada. El pibe filmaba con una mano y con la otra la sostenía a Sigrid de la cintura. Ella cabalgaba fuerte. Pegaba unos saltos largos. Pese a que la pija del novio era grande y gruesa, se salió dos veces de adentro. Le gustaba fuerte a la pendeja. Se notaba que sabía como alcanzar el orgasmo porque a los dos minutos de video aumentó la intensidad y la velocidad de los saltos. Las tetas duras y operadas casi ni se bamboleaban pese a las embestidas. Ella empezó a apurar ...
    ... el trámite tocándose el clítoris con el dedo mayor. El novio la ayudaba a que la verga no se salga de adentro, impulsando su cuerpo hacia arriba. Los gritos de placer de Sigrid se escuchaban en Dolby Surround a través del Home Theater del Smart TV de Lufratelli. Por un momento me olvidé de que mi jefe me estaba mirando masturbarme. Estaba absorto en el orgasmo de su hija: los gritos cortos finalmente culminaron en un alarido furioso y largo. Se quedó quieta, con la verga enterrada hasta el fondo y apoyó las manos sobre el pecho del novio, que seguía filmando.
    
    Los últimos veinte segundos de video eran el lechazo final. Ella estaba acostada con una sonrisa esperando la explosión de la pija de su novio. La cámara enfocaba su cara y sus tetas, seguramente el destino final de la leche inminente. Con la mano que no sostenía el celular, el novio se sacudió durante unos instantes la verga y ahí nomás estallamos sincronizados: al ver la descarga de semen en la pantalla, mis huevos se activaron y dieron la señal. Un lechazo sobre las tetas y la boquita de Sigrid en la pantalla. Un lechazo sobre la alfombra de la oficina de Lufratelli. Si no me hubiese pajeado dos veces la noche anterior le podría haber llenado más de semen la oficina. Me miré la verga. La tenía muy roja, de tanto pajearme a la fuerza. Quedé exhausto, algo mareado por el estrés de la situación. Me dí vuelta y lo miré a Lufratelli, buscando su aprobación.
    
    Para mi sorpresa, Lufratelli también se estaba pajeando. Él ...