1. Noche de pasión en Lisboa (VIII): Uno para gobernar a todos


    Fecha: 09/08/2018, Categorías: Incesto Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... Y mientras digo esto, me cambio la alianza de mano.
    
    Se abre la puerta de la cocina y entra Paulinha. Y por entre sus piernas, como una flecha, entra Bolacha con la pelota de goma en la boca. Se me enfrenta y dando un gañido, deja la pelota a mis pies. Paulinha hace ademán de coger al perrito para ponerlo fuera de la cocina y se lo impido con un gesto, al tiempo que me llevo un índice a los labios. Paulinha y Marta quedan en silencio, ambas expectantes de lo que vaya a ocurrir.
    
    Llamo la atención del cachorro con un potente “Chissst” y cuando se me queda mirando con las orejas tiesas y la cabeza inclinada, chasco dos veces los dedos, apuntando con mi índice directamente al suelo, justo a mi lado. El perro da un salto hacia adelante y retrocede otro paso. Repito la operación y entonces viene y se queda a mi lado, poniéndose mirando en la misma dirección que yo. Le hago presa por el lomo a la altura de la cadera y empujo hacia abajo. Cuando el animal está sentado a mi lado, le acaricio la cabeza y mientras lo hago, continúo hablando con Marta. A los pocos segundos dejo de acariciarlo y él se levanta, pero sin moverse. Vuelvo a sentarlo y repito la caricia. Cuando dejo de hacerlo, viendo que se mantiene sentado, le empujo hacia abajo entre las paletillas y el animal se tumba en el suelo, con las patas delanteras estiradas y el hocico entre ellas, cerrando los ojos. Con las uñas, rasco en la mesa, e inmediatamente su oreja derecha gira buscando el ruido, al tiempo que ...
    ... abre los ojos, alerta. Al no continuar el sonido, vuelve a cerrar los ojos, echa las orejas atrás, y se queda tranquilo a mi lado. No he hablado ni una palabra con el cachorrillo.
    
    Las dos mujeres me miran con la expresión que tendrían, viendo a un prestidigitador ejecutando un truco de magia. La sorpresa es aún mayor en Paulinha, que no ha conseguido que el perrillo deje de hacer lo que le da la gana cuando está con ella.
    
    Le pregunto a Marta si tiene un rollo de cuerda, del tipo de la tender la ropa y me dice que sí, pero que no está completo. Le digo que no importa, que me lo dé. Del rollo de cuerda, corto una longitud de unos cinco metros, y con ayuda de un pincho de brocheta, a modo de punzón, trenzo una gaza en uno de sus extremos, suficiente para que pase el grueso de la cuerda y un poco más. Pasando la cuerda por el ojal de dicha gaza, hago un nudo corredizo, y se lo pongo al perro al cuello. Me levanto y llamándolo, me dirijo hacia la puerta, con intención de salir.
    
    Paulinha al ver al perro con el lazo corredizo al cuello, y que vamos a salir juntos, me interpela asustada:
    
    - Vovô, por favor ¿Qué le vas a hacer a Bolacha?
    
    - Tranquila, solamente vamos a dar un paseo para comenzar su educación. Confía en mí.
    
    Salimos, y el cachorro se va peleando con aquello extraño que le ciñe el cuello. Cuando se retrasa, le doy un tirón seco y sale corriendo en todas direcciones intentando alejarse, mientras yo le doy cuerda. De esta manera nos vamos perdiendo en la ...
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