1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... dentarios, superior e inferior, marcados como a fuego… Y qué decir de la espalda… Arada de arriba abajo en dos grupos paralelos de cuatro surcos, los cuatro dedos de cada mano… Pero yo, en su momento, ni me enteré de nada… Fue luego, cuando la tormenta remitió y la adrenalina se aletargó secando el río de endorfinas que, circulando a más y mejor por mis venas, anestesiaban mi organismo, haciendo que no sintiera dolor ni cansancio Pero es que el orgasmo que Marta disfrutó fue algo más que múltiple, pues no acababa de romperle uno en el fondo de la vagina, y ya le estaba bajando, como una descarga eléctrica, espina dorsal abajo, el siguiente… Fue, más bien, un orgasmo continuado, como en sesión contínua… Se estremecía en convulsiones que hasta podían asustar… Pidiéndome, sin tregua ni cuartel… • ¡Sigue!… ¡Sigue, mi amor!. ¡No pares, cielo mío…no pares…no me la saques…aguanta, cariño mío, aguanta!. ¡No…no…me…dejes…tirada!. ¡Por…favor…ay…ay…poor…faavoor, ay, ay, amor mío…siiguee…siiguee…no…no…paarees!… ¡Por faavoor…poor faavoor!. Y lo que a mí me sucedía no me lo podía creer… Acababa de eyacular… ¡Y, Dios, cómo eyaculé!. ¡Como nunca…como nunca!. Yo, en aquellos menesteres, no es que fuera un experto, pero neófito tampoco era, que algún que otro “bollito” me había comido por aquellos tiempos, pero lo que entonces sucedió era por entero nuevo, único… Y, digo bien lo de único, pues nunca más volvió a repetirse… No aquella tarde, ni aquella noche… Nunca, nunca más sucedió… Como ...
    ... digo, acababa de eyacular, y a modo y manera, pero resultó que el “soldadito” no cedió ni un ápice en sus bríos… En su “ardor combativo”, mostrándose más que deseoso de repetir al instante el “asalto a la bayoneta”… Y no es que aguantara, es que seguí dándole a la vara con unos ánimos que hacían palidecer de envidia a los que segundos antes ponía, cuando “cargaba”, como loco, a la “bayoneta calada”… Vamos, que, sin más, el combate prosiguió a brazo partido en una especie de grito de guerra como lo de “¡Santiago, y cierra España!. Así, me llegó un segundo y hasta un tercer orgasmo consecutivos, sin solución de continuidad en los embates del soldadito, hecho un “héroe de guerra”… Y no llegó el cuarto porque fue de punto imposible, lo mismo por parte de mi dueña y señora como de mí mismo, por total y absoluto desfondamiento en nuestra capacidad de seguir “dándole a la vara”, anuladas al 200%, como quien dice, nuestras energías… En un momento dado, cuando por fin, la sucesión de sus orgasmos le dio una tregua, se desplomó desmadejada sobre la cama, y yo, al instante, la seguí, derrumbándome sobre ella Al caer sobre la cama, mantuvimos el abrazo que antes nos enlazara, con mis manos acariciando sus nalguitas divinas y sus brazos rodeándome el cuello, pero sin atenazarlo ya, pasada la inmensa pasión de instantes antes… Pero nos era imposible llegar más lejos en nuestras caricias, por más que lo deseáramos, pues nuestros organismos, hasta la última de sus fibras, pedían a gritos, árnica ...
«12...151617...»