1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... como los “machitos, veinte-treinta añeros, de la oficina, no eran excepción en lo de sus miradas a ella… De ahí la opinión de “cerdos” que de sus compañeros tenía Cuando me conoció, al entrar yo en la empresa, me vio de manera especial, distinta, a como veía a los demás “machos” y “machitos de la oficina… • Me pareciste un corderito ante una jauría de lobos… Me enterneciste… Sí; en lo de corderito entre lobos había mucha verdad…Empezar a trabajar, para mí, fue todo un reto… Entré en un mundo nuevo, desconocido para mí: El del Trabajo… Con sus amistades, su camaradería… Pero también con sus zancadillas, sus codazos para dejarte atrás… Su tremenda competencia, a veces… Yo venía de un ambiente muy distinto… El de la clase media-media, semi acomodada… Y mi mundo había sido el del estudio… El Bachillerato primero; la Universidad después… Y sí; en aquellas lides en que acababa de entrar era un “pipiolillo”… Algo así como un “pito” en los antiguos Tercios Españoles(1)… Luego, cuando también yo empecé a mirarla con ojos no muy santos, resultó que no le desagradó… Hasta comenzó a mirarme ella con otro interés distinto, diciéndose: “Pues no es mal mozo el pipiolillo”… El punto de inflexión fue al abordarla junto al archivo acoquinándola contra la pared… De inmediato pensó que iba a violarla allí mismo, sin contemplaciones… Los sentimientos que eso que entonces ella consideró más que seguro fueron, en verdad, terribles… Por un lado, y ante todo, la tremenda desilusión… “Con que al ...
    ... final, vas a ser tú, la “mosquita muerta”, el “corderito entre lobos” quien lo haga”… De cualquiera lo hubiera esperado menos de mí, y el desengaño fue demoledor, pues, según me decía, hasta me apreciaba… Luego, también, la rabia, unida a la impotencia, pues ya había advertido que ante poco podría… Lo mismo que había sido impotente a que la acorralara junto a la pared, por más que intentó oponerse, sabía que tampoco podría oponerse a cuanta violencia yo quisiera ejercer en ella Pero no pasó nada de lo que temía… Yo, simplemente, la desprecié… La traté más de zorra que de otra cosa, y la dejé allí, abandonada y sin tocarla, yéndome escaleras arriba… Entonces lo que sintió fue todavía peor, pues fue, ante todo, frustración… Paradójicamente, se sintió despreciada… ¡Despreciada como mujer!. Y despechada…sí; despechada… ¡Porque yo no la violé!. Estaba hecha un mar de líos… No entendía nada de nada de lo que le sucedía… ¿Por qué…a qué esa desazón de espíritu?. ¿Por qué, esos calores que sentía?… Ese fuego que le devoraba su más genuina feminidad… Lloraba a moco tendido, y muy bien no se explicaba la razón… Sólo era eso, que lloraba y lloraba con enorme desconsuelo, pero sin encontrar la razón…el motivo… Se dejó deslizar pared abajo hasta quedar en el suelo, más recostada en la pared que sentada contra ella… Con el pelo en desorden, por mis zarandeos, las piernas más que abiertas y la falda bastante más arriba de la rodilla… Y ese fuego interno que le abrasaba el cuerpo… Pero, sobre ...