1. La fruta prohibida siempre es la más deliciosa: Deseos de una madre


    Fecha: 16/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... igual que mi pene. Me dirigí de nuevo a su boca, era un festival de saliva, de un deseo lujurioso desenfrenado, me excitaba al solo sentir su respiración sobre mi nariz, sintiendo sus besos y escuchándola gemir. Terminamos casi desvistiéndonos con los pies. Me quité el bóxer, dejando mi pene erecto al descubierto. Mi madre lo miró con deseo mientras mordía sus labios. -Ven acá, quiero que me llenes de tu lechita amor, quiero que estés dentro mío — agarro mi pene y empezó a masturbarme mientras me besaba. Frente a mí, entre besos expresó sus deseos de aquel momento. -Ay mi vida, no sé si lo que hacemos esté bien, pero me gustas tanto, te amo, estoy muy excitada. Siento mal por todo, por tu hermano, tu padre, todos. Pero ahora quiero que me hagas el amor, quiero que entres de nuevo por donde saliste una vez, quiero sentirte y verte a los ojos cuando lo hagamos. La tomé de los brazos, y la coloqué boca arriba, yo sobre ella. Mi pene erecto, salpicado con semen rozaba contra su abdomen, continúe besándola. Mis labios bajaron por su rostro, su cuello, bajando por sus pechos rígidos, ella gemía y tiraba de mi cabello, llegue a su abdomen, mordía sus cinturas, y por fin llegue a esos labios, esos labios calientes, suaves, con un color rosado. Metí dos dedos primero. -¡AY MI VIDA! — dijo mamá. Entre más escuchaba su voz ahogada en lujuria, más excitado me sentía. Dejé los dedos para sumergir mis labios enteros en sus labios vaginales. No me fue difícil encontrar su clítoris. -¡ASÍ ...
    ... MI AMOR! ¡ASÍ! Quiero que tú me hagas sentir mujer de nuevo —. Mi lengua se batía taladro al pavimento. Jamás había escuchado a nadie gemir así. Juro casi arranca mi cabello mientras tiraba de él. -¿Te gusta, mi amor? ¿Se siente rico? — susurre rápidamente a su oído sin perder el ritmo sustituyendo mi lengua por mis dedos. -Házmelo, ya. Por favor. Voy a venirme. Quiero tu verga, amor — jadeaba lentamente, entre frases. -Entonces quiero probar de ti — conteste. Regresé con el sexo oral, y al momento un fluido llenó mi rostro. Bebí de ellos como agua en desierto, del elixir de una diosa. -Te haré mía esta noche, mamá. Quiero ser tu hombre. -Mi macho, de nadie más. Besé con ternura sus labios, y con delicadeza, disfrutando el momento, fui introduciendo mi pene a su vagina. -Ay amor, que grande. Así, más adentro — dijo mientras levantaba más las piernas. Finalmente me introduje por completo. Sus piernas me rodeaban, pero sin encerrarme. Empecé con movimientos despacios. Estábamos cara a cara. -¿Nos arrepentiremos de esto, amor? -Yo me encargaré de que ninguno de los dos se arrepienta de esto, amor. -La lujuria me ha segado —dijo y dio un fuerte gemido, tomó de mis brazos — pero yo soy tu madre. -Lo sé, pero me has dicho que te vea como mujer — comencé acelerando mi ritmo de penetración. -Si hijo, pero no creí me llevaras tan lejos. -Hemos sido los dos quienes conciliamos esta relación. -Así es — cerró sus ojos y su cabeza se rindió contra el colchón dejándose llevar por el placer ...
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