1. Juego de llaves


    Fecha: 17/08/2018, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... había corrido con aquel juego. Hoy iba a lograrlo. Lo notaba. El grosor de Jon era idóneo para su culo, se amoldaba perfectamente. Necesitaba que él aguantara un poco, así que confió que las dos eyaculaciones anteriores lo retrasaran.
    
    Para incentivar sus propias sensaciones intercaló gemidos con palabras soeces, ordenes con insultos. Dame cabrón, dame por el culo. ¿Te gusta darme por el culo? ¿Te gusta cabrón? Fóllame semental. ¿Soy la más zorra? ¿La más puta que has conocido nunca?
    
    Jon alucinaba. Nunca había visto a alguien tan desbocado, tan caliente. Tan guarra. Ojalá Marian fuera así. Ese pensamiento no verbalizado fue el detonante de su orgasmo. El líquido caliente en el recto, también propició el de María, que se convulsionaba lateralmente evitando desengancharse del músculo que le daba la vida, cual perra abotonada por su macho.
    
    MARISA
    
    Le dolía la mandíbula, le ardía la garganta. También el sexo se le estaba irritando. María tenía razón en que José era una pasada. Una auténtica máquina de follar. Pero ella no lo era, no estaba preparada para lo que le había venido encima.
    
    Pensaba y pensaba a cuatro patas en la cama mientras oía, que no escuchaba, al toro de su amiga llamarla zorra, puta, perra y no sé cuantas lindezas más. No lograba entender como había logrado meterse toda la polla de aquel animal en la boca. Hasta que su nariz no había tocado su pubis depilado no había parado. ¡Qué cerca había estado de vomitar! Pero la vergüenza se lo había impedido. ...
    ... Además se había corrido. ¡Qué asco! Que un tío se te corra en la boca. Pero había sido un alivio. Por fin se ha acabado, pensó.
    
    La tortura oral, porque la siguiente batalla se fraguó en su sexo. Primero se lo chupó, con lo que estuvo cerca del orgasmo, momento que José se incorporó, tiró de sus tobillos como si de una muñeca se tratara abriéndole las piernas hasta límites antinaturales y la penetró. Con dureza. No se esperaba la fuerza con la que entró, lo que provocó el primer grito de la noche.
    
    Era un cerdo, un bestia, pero tenía una polla descomunal. Tal vez no era el doble de la de su marido, pero ella la sentía así. La sentía en cada milímetro de su anatomía vaginal. Rápidamente llegó al orgasmo, intenso, descontrolado. Nuevo. Nunca había llegado a la meta a la que José la portó. Había valido la pena las guarradas anteriores para llegar hasta aquí. Pero el tío no se detenía, seguía percutiendo con todo. Un segundo orgasmo la asoló. Estaba cerca del tercero cuando él rodó a un lado sin soltarla para que fuera ella la que lo cabalgara a él.
    
    Estaba muerta. Le costaba cada vez más mantener el ritmo. Y los cachetes de José en sus caderas mientras la insultaba no ayudaban. Muévete zorra, hoy aprenderás a follar. No quedaba ni rastro del tercer orgasmo. Ya no era ella la que lo cabalgaba. Ahora eran sus manazas las que la sostenían de la cintura y lo hacían botar. Rápido, muy rápido. Hasta que notó el líquido caliente en sus entrañas. Le había pedido que se pusiera un ...
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