1. Juego de llaves


    Fecha: 17/08/2018, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... Su marido también.
    
    Que Juan tuviera poco carácter o poca autoestima era algo que ya sabía y que no le había parecido un impedimento para vivir su noche de infidelidad. Lo que la excitaba era la aventura en sí, con quién le había parecido secundario. Exceptuando a Jon, las parejas de sus amigas no le parecían atractivos. Tampoco Julio o ella misma eran las personas más agraciadas del mundo. Pero esa capa externa era fácilmente superable si la propuesta, la puesta en escena, el juego valía la pena. Eso se había repetido los días previos.
    
    ¡Qué equivocada estaba!
    
    Juan era el más gordo de los cuatro. Sin ser obeso mostraba una barriga prominente. Se había duchado, estaba limpio, pero la colonia que se había puesto era demasiado fuerte, la incomodaba. Su polla, además, no era gran cosa, por no decir que era pequeña. Más estrecha que corta. Todo esto sería salvable si el hombre pusiera un poco de su parte. Pero no tenía ninguna iniciativa.
    
    Todo el peso de la situación había recaído sobre ella. Desnudarse, besarse, empezar a acariciarse, a masturbarse. No llevaba con él ni cinco minutos y ya estaba harta. Así que su principal propósito fue acabar lo antes posible. ¡Qué rabia! Ella con aquel muermo mientras su marido se beneficiaba al pibón de la fiesta.
    
    El tío tenía fijación con sus tetas. ¡Los hombres y las tetas! Julio tenía teorías sobre ello pero pensar en su marido disertando le dificultaba el trabajo. Prefería que el patético de Juan le chupara los pechos antes ...
    ... que volver a besarlo. Le daba más asco a cada segundo que pasaba, así que optó por lo obvio. Por la solución profesional, se dijo a sí misma, pero ni siquiera imaginarse ejerciendo el oficio más viejo del mundo la excitó. Se arrodilló delante de él, que se mantenía sentado al borde de la cama como si lo hubieran pegado con pegamento, se llevó aquella ridiculez a la boca y a trabajar.
    
    Curiosamente le daba más asco besarlo que chuparle la polla. Estuvo un buen rato, más del que esperaba estar. Si no fuera porque el miembro estaba durísimo y que todas sus parejas habían alabado sus dotes orales, pensaría que era una completa inútil en aquellos menesteres, pues Juan solamente resoplaba. No gemía, no suspiraba, no hablaba. Únicamente había alargado las manos para asir sus tetas. ¡Qué pesado!
    
    Por tanto la solución le pareció obvia. Se la sacó de la boca y la rodeó con sus pechos, masturbándola con ellos. La cara del hombre se iluminó. Marina, la mujer de Julio, el psicólogo sabelotodo, le estaba haciendo una cubana. A sus 46 años había encontrado una mujer capaz de darle su mayor fantasía. Gratis, porque así la imaginaba. Había pensado en realizarla pagando, pero la fantasía no le parecía completa.
    
    Marina se alegró al oír los primeros gemidos de Juan. Ya era hora, pero no había manera de acabar con aquello. ¿Cómo podía aguantar tanto? Este cabrón tenía que haberse hecho una paja antes de cenar. O eso, o era un portento. Lástima que no lo fuera en nada más.
    
    No le quedaba ...
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