el intruso 6 - Relatos Eróticos

el intruso 6

... mi espalda y metí más mi verga ‐ Ay Me quedé quieto mi verga había entrado rompiendo su himen, ya no era niña, era una mujer, mi mujer que me daría el placer que ninguna otra me daría, ya no existía nada, no había gente, no había mundo, solo existíamos ella y yo en ese momento. Perlita me besaba, pero salían lágrimas de sus ojos, el dolor no era propiamente placentero para ella, la deje descansar y le saque la verga de su rajita, la sangre manchó las sábanas, posiblemente la recamarera lo notaría, pero no me importaba, era el significado de que ella era mía, solo mía. Se quedó sentada sobre las sábanas, sus piernas estaban abiertas, limpiaba sus ojitos con sus manos, limpiaba las lágrimas que yo le había provocado, me acerqué y la bese, le besé lo ojos, sus mejillas, su frente, quería que se sintiera mejor. Te amo princesa, el dolor pasará y después sentirás rico ¿lo sabes verdad? Si Dijo al mismo tiempo que asentía y seguía limpiándose los ojos, la tome de ambas manos y la volvía a besar, sentí como ella aflojo su boca para que mi beso fuera más placentero, nuestras lenguas se juntaron, ella se colgó de mí y me beso con más pasión, la gire sin dejar de besarla y cuando estaba totalmente de espaldas a mí, la empuje suavemente de la espalda haciéndola estar en cuatro, mi verga seguía latiendo, vi su culo dilatado y escupí en él, lo embarre, volví a untar saliva en mi glande, lo apunté y metí mi verga, esta entró muy fácil ‐ Papi ‐ Lo necesito mi amor, necesito tu colita La ...

... sujete de los hombros y empecé un mete y saca, mi hija gimió al compás de mis arremetidas, me movía fuerte, ella se apoyaba con las dos manos de las sábanas no podía soportarlo más, sentí como mis huevos quería estallar, y exploté ‐ Aaahhh mi amor, que placer siento Me moví muy rápido sintiendo como mi semen salía y se depositaba en el interior de su culo, mi niña aguantó como campeona cada movimiento brusco que tuve al eyacular, tuve que morder mi mano empuñada para evitar gritar mi orgasmo. Caí a un lado de ella desfallecido, recuperaba el aire y trataba de estabilizar mi frecuencia cardiaca, voltee a ver a Perlita, ella estaba acostada boca abajo respirando agitado igual que yo. ‐ Mi amor, te quiero mucho ¿lo sabes? ‐ Si papi, yo también te quiero, pero quiero que regresemos con mami, ya la extraño ‐ No lo sé hija, no creo que esto se pueda resolver ‐ ¿Es por el tío Ramón? ‐ Algo así, no es fácil de explicar ‐ El tío ramón juega también con mami, ¿eso te molesta? ‐ No así hija, yo sé que juega con él, eso no era problema, el problema era que quisiera jugar contigo a mis espaldas ‐ ¿O sea que frente a ti si podemos jugar? ‐ No, bueno si, no sé, es complicado, sólo quiero que sepas que te quiero mucho y que te protegeré La abracé mientras las palabras “te protegeré” sonaban en mi cabeza, era irónico que después de habérmela cogido por la raja y por el culo le dijera que la protegería, ¿de quién la iba a proteger? ¿De Carmen? ¿De ramón? O ¿de mí? Amaneció en el motel, Perlita ...