1. Noche de tormenta


    Fecha: 27/08/2018, Categorías: Masturbación Autor: CalmaSola, Fuente: CuentoRelatos

    ... salvaje...
    
    ― ¿Te ha dolido?
    
    ― ¡No! ¡Al contrario! ¡Sigue, por favor!
    
    Él lo hizo. La fue comiendo cada vez con más pasión mientras poco a poco fue metiendo un segundo y un tercer dedo dentro de ella.
    
    Ella estaba abierta, lubricada y excitada. Deseaba sentirle dentro, y se lo hizo saber...
    
    Adrián volvió a encaramarse sobre Claudia, cuidando de no aplastarla con su peso. La volvió a besar, pero esta vez muy dulcemente, mientras cogía su erecto y caliente miembro con la mano y lo puso justo en la entrada del cuerpo de ella.
    
    ― ¡Hazlo! ¡Vamos, hazlo!Susurró ella en su oído... Te quiero dentro de mí...
    
    Él no la hizo esperar. Suavemente, centímetro a centímetro comenzó a introducirse en ella. Notó una ligera resistencia que pronto se rompió. La virginidad de Claudia. Y después su verga entró por completo.
    
    Ella no sintió dolor. Sólo se sintió llena. Era una sensación extraña. No era placer, pero no era desagradable.
    
    Lentamente el empezó a moverse dentro de ella, sacándola casi hasta el final y volviendo a introducirse profundamente...
    
    Pronto los movimientos de ella estaban ...
    ... acoplados con los de él. Entonces Adrián se dio cuenta de que ella empezaba a disfrutar.
    
    A medida que los minutos pasaban, las embestidas eran menos profundas, pero más rápidas, hasta que se volvieron salvajes.
    
    No dejaban de besarse, de devorarse con la boca. Las manos de él acariciaban el cuerpo de ella y las manos de ella, que al principio acariciaban y arañaban su espalda pasaron a sus nalgas, apretando, para que el hiciese más presión contra ella...
    
    Adrián estaba al límite del orgasmo, pero quería que ella llegase con él. Aguantó como pudo hasta que notó que el vientre y la pelvis de Claudia se convulsionaban chocando contra él incontroladamente y los ligeros jadeos se convirtieron en auténticos gemidos de placer...
    
    Entonces supo que había llegado el momento y estalló dentro de ella...
    
    Los dos cuerpos se estrellaban el uno contra el otro como si estuviesen fuera de control...
    
    Por fin llegó la calma...
    
    Sólo se oía la agitada respiración de los dos hermanastros intentando recuperarse.
    
    La tormenta había amainado. Tanto la que arreciaba fuera, como la de sus propios cuerpos y deseos... 
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