1. Historia anónima


    Fecha: 09/09/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Duoaduo, Fuente: CuentoRelatos

    ... era cosa mía.
    
    Chicogranada era consciente que después del restaurante había perdido algo de terreno, algo de complicidad con ella y estaba dispuesto a no perder mucha más por lo que, así sentados, cogió las manos de Ana y las puso entre las suyas, primero con la excusa del frio y segundo con la intención de hacerla sentir tranquila.
    
    Ana no se opuso, no se oponía a nada mientras no le disgustase mucho. Así, con las manos cogidas acercó su cara y volvió a besarla en los labios delante de mí, un beso ligero, noté que incluso quiso meter la lengua entre sus labios ya que al separarse Ana tenía los labios boquiabiertos. Ana soltó una de sus manos, para poder tomar un trago de su copa, pero la otra mano la tenía Chicogranada bien aferrada. En esa situación el chico me preguntó por mi estado, por si me encontraba bien y por si las cosas se desarrollaban a mi gusto, no recuerdo muy bien lo que respondí, pero tampoco fue nada que le hiciese preocuparse. Tan solo que, por el momento todo iba bien.
    
    En esos instantes, bebiendo, mirando el local, escuchando la música, Chicogranada soltó la mano de Ana y la posó en su pierna, en su muslo, acariciándolo, subiendo y bajando un pequeño tramo de la pierna de mi mujer, ella seguía sin ofrecer resistencia y aceptando, por el momento, todo lo que viniese de él. Yo vi su mano en la pierna, subiendo y bajando un poco por su panty y sobre su falda, pero sin adentrarse más abajo, al fin y al cabo, era un sitio público y había suficiente luz, ...
    ... aunque a nosotros no nos conocía nadie siempre nos quedaba una extraña sensación de pudor.
    
    No hablábamos mucho allí y Ana se levantó para ir al servicio. Chicogranada aprovechó para comentarme que veía a mi mujer dispuesta a participar, a jugar, que le gustaba mucho, que le parecía una mujer fabulosa y que deseaba hacerla disfrutar mucho.
    
    Yo asentí y le dije que me parecía bien, pero que no se pasase mucho, ya que prefería ser yo quien marcase algunas pautas, pues soy quien conoce bien a mi mujer, no me replicó, simplemente aceptó lo que le dije.
    
    Cuando Ana salió del servicio se acercó a nosotros, Chicogranada se levantó para recibirla y acercarle la copa sin dejar que se sentara, una situación que no me gustó mucho ya que el único allí sentado era yo.
    
    Le sonreía continuamente a Ana y ella le correspondía igual, lo cual le hacía creer a Chicogranada que ya estaba todo casi hecho, evidentemente no la conocía como yo y no sabía que era su forma de ser.
    
    Los dos estaban de pie, él se contoneaba al ritmo de la música junto a Ana, cada vez más pegado a ella y ella no lo rechazaba, pero tampoco se acercaba más. El chico podía pensar que era timidez o corte ante mí presencia, en un instante la cogió por la cintura acercándola a su cuerpo y pegando su cabeza a la de ella, frente con frente, para darle otro pequeño beso en los labios. Ana seguía aceptando.
    
    De pronto, se vio sorprendida cuando Chicogranada la pegó contra su cuerpo y tras un breve cuchicheo la besó con ...
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