1. Domingas


    Fecha: 15/09/2018, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... el culo...
    
    Estoy muy excitado. La comida de polla que me está haciendo es tan buena que temo correrme en cualquier momento, por lo que tiro de su pelo —qué chico más malo eres— hasta que deja de chupar. Le quiero meter la polla en el coño, me la quiero follar. Hago que se dé la vuelta, la empujo para que se ponga de rodillas sobre la cama, y tras apoyar sus manos sobre las sábanas, veo su coño empapado, con los pelos pegados por la cantidad de jugos sexuales que ha segregado, mojando los muslos y la raja del culo. Vuelve la cabeza un momento para mirarme, y observo que tiene el rostro con una expresión tremenda de excitación, los ojos muy abiertos, la boca también abierta, sonriendo, respirando fuerte, de manera agitada, haciendo ruido, toda la cara empapada por su saliva —rímel, maquillaje y carmín se han corrido— con pinta de guarra salida. Ni así es capaz de callarse.
    
    —Métemela, soldadito, fóllame
    
    No sé si alguna vez han estado tan tiesos, duros e hinchados mis dieciocho centímetros y medio, con las venas que parecen vayan a explotar; el glande, muy rojo, húmedo, brillante, palpitando como si estuviera siguiendo el rastro del coño de la hembra. Miro el chocho de la mujer, pongo la mano izquierda sobre su culo y con la derecha me ayudo para acercar la polla. Ahí va, la meto de un único golpe, fuerte, rápido, continuado, hasta que toda está dentro. Me recibe un coño empapado, caliente, suave, acogedor, al mismo tiempo que la mujer da un gritito y sigue hablando en ...
    ... voz tan baja que no sé lo que dice. Con las dos manos apoyadas en sus caderas, los dedos agarrando fuerte, empiezo unmetisaca lento, profundo, que rápidamente provoca más exclamaciones de Mercedes —sí; más, más, no pares— que se convierten en un gemido constante, en voz baja, con la respiración desbocada, según empiezo a bombear más rápido, de manera constante, adelante y atrás, acompasando la mujer su movimiento al fuerte ritmo que le impongo. Le estoy dando lo suyo bien, pero bien, durante muchos minutos. Joder, el bamboleo de sus tetas según le doypollazos me resulta hipnótico, qué maravilla, me está poniendo a mil por hora. ¡Cómo me gusta esta tía!
    
    Está con la cabeza apoyada en la cama, el brazo izquierdo estirado intentando sujetarse con la mano al cabezal de madera, el rostro, vuelto hacia la derecha, la vista como perdida, me da idea de que está tremendamente concentrada en lo que está haciendo. Hace ya un par de minutos que enterró su mano derecha encima de la raja del chocho, acariciando el clítoris de manera convulsa. Se corre lanzando un grito muy alto durante diez o doce segundos, quedando quieta después, en silencio, respirando de manera muy agitada, dando boqueadas como si le faltara el aire, y durante muchos, muchos, segundos siento las contracciones incontroladas de su vagina, unas más fuertes, otras más débiles, como pellizquitos en mi tranca. No aguanto más, me corro eyaculando como si el mundo se fuera a acabar, echando unos cuantos churretones de blanca ...
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