NUEVOS AGUJEROS - Relatos Eróticos

NUEVOS AGUJEROS

... quiero molestarlo, ni hacerle perder tiempo, pero… mi papá viene en media hora. Si usted quiere esperar, yo lo busco, aunque no estoy muy segura de donde está, o puede venir en un ratito y mi papá se lo entrega enseguida.
-No hay ningún problema. Puedo esperar tu búsqueda. ¡No tengo ningún apuro! - En realidad yo quería que saliera de atrás del mostrador, para verla de cuerpo completo. Me siento raro. Desde hace casi 40 años que no tenía ningún interés por niñas…, pero desde que conocí e “intimé” con Jazmín…, mi criterio cambió. 
-¡Gracias señor! Es usted muy amable. - Y salió de atrás. Fue a uno de los extremos del mostrador y vino hacia mí. ¡Una belleza total! Seguro no esperaba atender algún desconocido, dado que tenía puesto en mini pantaloncito de jean y una suelta blusa que levemente, de tela tan suave, apenas cubría su pecho, resaltando dos hermosas tetitas, rematadas por duros pezones…, es lo que me parecía…, o se habían puesto así al verme…
-Señor. Perdone mi atrevimiento. – Vino hacia mí y tuve que hacerme a un lado para que pasara, rosando levemente con el culito mi paquete, que se había puesto “acosador”.
-Usted no es del pueblo, ¿no?
-No, para nada. Acabo de llegar, para intervenir en la construcción de la fábrica de aceite. Soy uno de los ingenieros…
-¡Aahh! ¡Siii! ¡Qué bien eso! Le dará mucho movimiento a la gente de acá. Generalmente no pasa nada. ¡Todo muy aburrido! - Siguió caminando entre los pasillos, entre estanterías. 
Piernas absolutamente ...

... perfectas, con encantadores y generosos muslos, para besar y morder. Mis pensamientos no eran castos, no, para nada. Ella seguía moviendo el culito mientras seguía recorriendo los pasillos.
-Venga aquí señor. Por acá deben estar. Me tengo que subir. Como pasa siempre, lo que buscas siempre está lejos, ¡jajaja! - No solamente hermosa…, inteligente y simpáticos dichos. - Señor perdone…, le puedo solicitar que me alcance esa escalera…  
-Sin duda. - Tomé la escalera que estaba a mi izquierda para ponerla frente a ella. 
Muy inteligentemente puestos, la escalera tenía unos ganchos que impedían que se cayera cuando alguien subía. La escalera quedó frente a mis ojos. La nena subió. Sonriendo me miraba y daba escalón por escalón. ¡Maravilla! Su culito quedo justo frente a mis ojos…, y mi boca. Los ojos los abrí bien para regodearme con esos glúteos…, y la boca le apreté fuerte para no morderlos!
La nena sacó unos cajoncitos de pequeño frente pero profundos. 
-¿Usted no se molestaría si se lo alcanzo para que pueda ver lo que hay dentro…?
-Si, ningún problema…, toda la ayudas que quieras… 
-Gracias señor, muchas gracias. ¡Es usted tan amable! 
-La amable eres tú. Amable, simpática y encantadora. 
-¡Jajaja! ¡Qué galante! Bueno…,  yo soy Ofelia… 
-Yo soy Dani, gracias. - Me alanzó uno de los cajoncitos. Eran grandes esos vástagos. A mí no me importaba en absoluto perder tiempo. Con esas piernas, esos muslos, y ese culito frente a mis ojos, podría estar todo el día.
-¿Puede ver ...