ESTÁ DURA LA ARMADURA - Relatos Eróticos

ESTÁ DURA LA ARMADURA

¡A quien carajo se le ocurrió hacer un simposio de ingenieros estructuralistas justo en esta obra! ¡Y tengo que hacer de cicerone y guia turístico! ¡Todo al pedo!
Como veinte ingenieros de la región y la provincia. Toda la mañana dando vueltas, y yo bla bla bla… 
Y si. Hablé de mi trabajo y de lo que había que aplicar en la obra, dado que el terreno era bastante inseguro. En la zona, alguna vez hubo un pantano.
Al fin llegó el almuerzo… y final!
Yo suponía que luego del almuerzo, en el club, pues no hay otra, se irían, pues ni en pedo hay alojamiento para 20 personas en el pueblo. Por suerte, yo solamente tenía que hablar, no organizar nada…, por suerte.
Y allí estábamos, ubicados en una gran mesa las veinte o veintidós personas que éramos. A mi izquierda se sentó un joven ingeniero del norte de la provincia. A mi derecha una provecta ingeniera de algo más de 10 años mayor que yo, pero bastante buenorra y simpática, con un ajustado vaquero y amplia camisa. Mostró bastante interés en mi trabajo, a pesar de su edad, y no es burla ni ironía…, ¡a esa edad yo me hubiera jubilado! Pero la ingeniera estaba bastante entusiasmada con el trabajo. 
Luego de varios minutos hablando de trabajo, mientras almorzábamos, la conversación derivó en lo personal.
-¿Está instalado aquí, ingeniero?
-Si, me contrataron por seis meses, en principio. Para no viajar permanentemente, tuve la oportunidad de alquilar una linda vivienda, totalmente equipada…, de pura casualidad…
-¿Y su ...

... familia?
-No tengo… Bueno, mis hijos, viven por la suya. 
-¿Y su esposa?
-Soy viudo. ¿Y usted? 
-Yo…, liberada sin tristeza. Soy divorciada. 
Al final, vino va, vino viene, brindis y más brindis, me salió con la sorpresa.
-¡Oh, Dios! ¡Irme a casa ahora! ¡300 kilómetros manejando! ¡Si me para la policía, voy presa por alcohólica! ¡Jajaja!
-Bueno, descanse un poco y luego viaja con seguridad. Hoy es día sin demasiado tránsito.
-¡Sííí! Pero no tengo donde descansar. En las viviendas que alojan pasajeros no hay lugar. Había averiguado al llegar, pero me ganaron de mano.
-Ingeniera…, venga a mi casa. Yo voy a la obra, usted puede dormir tranquila, refrescarse, bañarse y quedar cero kilómetro.
-¡No voy a molestarlo! ¡Yo me lo busqué! 
-No es ninguna molestia. Le aseguro, ingeniera. Para nada.
-¡Es tremendamente amable! Llámeme Andina…
-Yo soy Daniel…
-Si lo sé, me lo habían dicho. Pero no quiero molestar.
-No es ninguna molestia. Venga, vamos. Tengo la camioneta enfrente. 
-Tengo el auto al lado.
-La espero. Sígame.
Andina fue al estacionamiento. Es grato verla caminar. Un hermoso bamboleo del culo. Salí a la calle y esperé.
Me hizo seña cuando salió y estuvo atrás mío. Le indiqué que me siga. Para mí, en verdad no era ningún problema. De cualquier manera iba a la obra. Llegamos, le indiqué que ingresara el auto a mi cochera. Ingresamos a la casa y la guié al dormitorio…
-¡No! ¡Es su cama!
-¿Qué problema hay? Sábanas limpias…, y yo voy a la obra… Tiene toda la casa a su ...