ESTÁ DURA LA ARMADURA - Relatos Eróticos

ESTÁ DURA LA ARMADURA

... no, no. Me quedo si yo duermo en el sofá.
-No discutamos. ¿Qué prefieres, whisky, coñac, tequila, vodka?
-¡Basta, basta! ¡No quiero emborracharme! ¿O vos quieres emborracharme?
-Y…, si te quedas…, te emborracharía…, nada más para que te quedes y…, bueno, duermas en mi cama mientras yo lo hago en el sofá…, nada más que para cenar en tu compañía…
Le alcancé las botellas y copas adecuadas. 
-¿Qué te sirvo?
-¡Jajaja! ¡Whisky acosador!
-¡Jajaja! – La joda se ponía intensa. Cuestión de no apurar.
Seguimos hablando y tomando, sin olvidar el café. No todo alcohol…, muy lejos estaba de mi intención emborracharla. ¡Quería que se quedara! Pero bien sobria. Seguimos hablando de pavadas, aunque mi intención era terminar con las pavadas.
Así estábamos. Llegó a la hora de la cena.
-¿Qué quieres que solicite?
-Nada. Cocina yo…
-De ninguna manera. ¡Estás descansando! – Trato de ser lo más amable y seductor. No conozco cual puede ser su reacción. - Te parece bien suprema a la napo con ensalada mixta. ¿O prefieres otra cosa?
-Está bien. Lo que digas.
-¡Ojo! No te estoy imponiendo nada. Quiero que elijas.
-Dani… ¡sos un amor! No quiero imponer nada yo tampoco. Lo que quieras estará bien, muy bien.
Llamé a la rotisería e hice la solicitud.
-En los días que estoy acá los tuve de súper proveedores. Pues no solamente no me gusta cocinar. ¡No lo quiero hacer!
-Dani…, ¿dime?
-¿Qué?
-¿Por qué hablas tan bien el español? Y me contagias.
-¡Jajaja! Es que…, tengo amigos peruanos y ...

... los peruanos son los que mejor castellano hablan en América latina, por lo menos en Sudamérica.
-Y se contagia rápido ¿no?
-Si, es así. Además es un lindo idioma el nuestro. 
-Si…, es más. En tus labios es muy hermoso…, como tus labios.
-Oh…, ¡qué galante!
-Si…, galante…, sin mentiras. Sos tal cual lo digo, ¡totalmente hermosa!
-No seas mentiroso. ¡Te llevo más de 10 años! Seguro.
-¿Qué sabes?
-Averigüé quien eras cuando me invitaron a este simposio. ¡Jajaja! Quería saber a quién tenía que “aguantar”, y no aguanté a nadie. Fue un placer escucharte…
-Ahora la mentirosa eres tú. ¡Jajaja!
Sonó el timbre.
-La rotisería.
-Uy, no pusimos la mesa. Ahora, ya.
Fui a buscar el dinero y a la puerta. Salí hasta la vereda a recibir la comida y pagué. Cuando regresé Andina ya había puesto la mesa.
-¿Cómo sabías dónde estaban las cosas?
-Cuando anduve buscando para hacer café… ¡jajaja! Encontré todo…
-¡Eres cómo de la casa!
-Y…, si te parece…
-Sin duda. – Ambos buscábamos el placer…, con disimulo…
Nos sentamos a cenar. Todo muy bien, vino había. Siempre. Y a Andina le encantó la comida.
-Muy buena cocción…, todo. Y muy buena ensalada. ¿Siempre comes con ellos?
-Siempre. No cocino más que churrascos y huevos, ¡Jajaja! Soy ingeniero de hormigón y fierros, nada más.
-¡Me hubiera gustado hacerte la comida!
-No quisiera que trabajes o te canses… 
-Si no tengo otra cosa que hacer…
-Y… tal vez…
-¿Tal vez qué? 
-Nada, nada… 
-Dale, dime. Ya casi somos íntimos… - Andina ...