Ya soy el puto del equipo (XI): A cada problema su solución
Fecha: 09/10/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... Tenían sabor, pero un sabor múltiple, no olían mal, a carne con zapatilla y sudor, muy machos los pies de Abelardo. Me puse dedo a dedo en mi boca y se los dejé brillantes y húmedos de mi saliva. Abelardo me besaba y lamía los tobillos y el talón de Aquiles y me producía agradables sorpresa. Jamás nos habíamos lamido los pies, descubrí un nuevo placer para mi vida. Abelardo iba siendo cada vez más mío y cada vez me gustaba todo lo de Abelardo.
Levantó mis pies y se corrió hacia arriba hasta ponerme su polla en mi cara. Inició la succión de lo que más me gustaba, el escroti, secando los testículos y metiéndolos en mi lengua uno a uno. Es una pena que no se puedan exprimir por ósmosis los testículos y comer el fruto de su interior como una baya frutal, pero solo el gusto de tenerlos juntos y separados dentro de la boca, mientras mi compañero me preparaba el culo con su lengua y masajeaba con sus manos mi escroto, me daba cierto placer incalculable. Lo mejor fue cuando separó mis nalgas y metió su lengua dentro de mí. Creí que me corría si continuaba, pero no dije nada y y lamía el entorno de mi hoyito mientras yo chupaba con mi boca y masajeaba com mi lengua su polla, para que estuviera bien dura para metérmela triunfalmente.
Se enderezó y se puso de pie sobre el piso al los pies de la cama, me agarró de los tobillos y arrastró mi cuerpo hacia él. Abrió bien mis piernas haciendo una ancha uve en alto que yo creía que me iba a partir em dos. Cuando vio mi agujero abre, ...
... pues el lo decía:
— Ahora está tu agujero abierto y a punto.
— Hum, hum, —yo suspiraba.
— Ahora entra Atila en Roma para inundarla con sus hordas.
Metió su polla de una pasada. No sé si me hizo daño de tanto daño y placer que me produjo, pero tenía a Atila en persona dentro. Cuando comenzó a pelear, los hunos entraban y salían de mi Roma como Pedro por su casa y yo sentía un enorme placer, cada vez más rápido y cada vez tocando el corazón de Roma, todos hunos tropezando con mi próstata y allá que se inundó toda Italia desbordándose el Tiber de mi polla. Entre el sudor y el semen, Rola quedó anegada y yo me rendí sin más a Atila que cayó sobre mí y me conquistó sin más con un mar de besos, de semen y sudor y brotaron las lágrimas de placer entre ambos. Nos dormimos sin ducharnos de puro cansancio abrazados.
Sonó el despertador y le dije que el partido había quedado 0-1. Me miró como con rabia y me dijo:
— !A la ducha, cochino! Mira como me has puesto.
Nos fuimos a la ducha, Abelardo venía caliente, aunque no más que yo y me dijo:
— ¡Manos a la pared! ¡Esto es un asalto!
Metió dos dedos sin problemas de modo rápido y me atravesó, volví mi cara y lo besé, el no quiso besarme. Inició su vaivén e iba in crescendo, mientras dijo:
— Roma se ha portado muy mal con mi Atila y ahora sabrás lo que es una invasión de los hunos.
Ni los hunos ni los otros, aquello parecía un desquite futbolístico teniendo atenazado al enemigo. Me follo con fuerza, con ganas, ...