Malas influencias
Fecha: 24/09/2023,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi esposa y yo habíamos planeado irnos ese fin de semana a la casa de la sierra, una pequeña vivienda aislada que habíamos adquirido cuando los niños todavía eran pequeños. Sin embargo, nuestros hijos habían crecido y, afortunadamente, ya eran lo bastante responsables como para poder dejarlos solos.
Bea había sido la primera de las tres en divorciarse. De hecho, la amiga de mi esposa se separó antes incluso de que las otras dos se hubieran casado. Su pasión con aquel atractivo moreno de ojos verdes le dejó dos niños pequeños y dos grandes cuernos, y eso que ella era una auténtica afrodita a la que todos los hombres se volvían a mirar por la calle.
Sin embargo, en aquel tiempo la amiga de mi esposa también era bastante ingenua y el galán con quien se había casado no tardó en dejarse agasajar por la adulación y las piernas de otras mujeres. Hasta un día que, al ir a meter la ropa en la lavadora, la amiga de mi esposa encontró un preservativo en los pantalones de su marido y todo su amor se echó a perder.
De aquello hacía mucho tiempo. Al principio, Bea se había culpado por la separación, como si fuera un fracaso, como si su matrimonio no hubiera durado ni más ni menos que lo que tenía que durar. Luego, vino una fase de angustia y miedo a la soledad. Durante aquellos tormentosos meses, la rubia había ido dando traspiés de cama en cama, con un viejo amigo, con un compañero casado, con un amigo de su hermano, etc. y es que, en realidad, el problema de Bea era que la ...
... soledad la agobiaba. Así pues, la calma para ella sólo llegó cuando una amiga le aconsejó esa famosa aplicación para conocer gente afín. Gracias a ese moderno método Bea conoció a Luis, merced a que un algoritmo matemático determinó que tenían posibilidades como pareja, o más bien follamigos de fin de semana.
El caso de Teresa era distinto, en parte por la diferencia de edad. Teresa se acababa de divorciar y no tenía treinta años, sino cuarenta y cinco. Mientras que la rubia padecía ataques de ansiedad cuando no tenía a uno o más hombres bebiendo los vientos por ella, Teresa no daba la impresión de sentirse preocupada lo más mínimo por haberse quedado sin pareja. Al contrario, deshacerse de su esposo había supuesto una auténtica liberación para ella, como si se hubiera quitado una carga de encima.
Según me había dicho mi mujer, aunque hacía años que su amiga había tomado la decisión de divorciarse del cretino de su marido, Teresa optó por aguantarlo hasta que los niños creciesen.
A mí siempre me había dado la impresión que el de Tere había sido un matrimonio de conveniencia. De joven, la amiga de mi mujer había sido una muchacha insegura a la que su relación con un hombre con carácter, y bastante mayor que ella, le había resultado muy beneficiosa, no sólo en lo personal, sino también en lo laboral. Ambos eran maestros y, cuando aquella cautivadora virgen de veintitrés años y poca experiencia docente entró a trabajar en el mismo colegio, él la ayudó a sobrevivir y la ...