Dulce Sara
Fecha: 02/10/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos
... esa posición. Mi polla comenzó un frenético movimiento de entrada y salida, acompañado de sus gemidos y del chapoteo del interior de su coño en cada una de mis embestidas. Sus músculos internos presionaban mi polla, recogiéndola y estrujándola, acompañándola en su movimiento e incrementando el placer que sentía.
Me incliné más sobre ella, masajeando sus tetas con mis manos mientras seguía penetrándola, mordisqueando su cuello y lóbulos de su orejas. Se estremecía con estos suaves mordisquitos, especialmente en sus lóbulos.
Gemía a cada una de mis embestidas. Me pedía más, que no parara, que le diera más fuerte, más adentro. Había sacado su parte más salvaje y descontrolada, desconocida para mí, hasta ese momento y que me gustaba tanto o más que la que ya conocía. Las dos me encantaban, la delicada y la salvaje.
Los dos nos dejábamos llevar, desenfrenados, frenéticos, como animales salvajes, en nuestro deseo de follarnos y proporcionarnos el máximo placer, con entrega, sin egoísmo.
Después de largas y enormes embestidas, mezcladas con gemidos y gruñidos, por ambas partes, nos corrimos a la vez. Me pareció expulsar todo el semen del mundo y que este recorría todas sus entrañas, inundándola, ahogándola de placer. Mi polla notaba lo ardiente que estaba su ...
... coño y la humedad que la impregnaba con su desenfrenado orgasmo.
Me quedé apoyado encima de ella, totalmente relajado y feliz, besándole en el cuello, con cariñosos y apasionados besos, también, en su boca. Estábamos sudorosos y debíamos desprender un olor salvaje y a puro sexo. Sin embargo, su olor me siguió pareciendo delicado y embriagador.
No recompusimos y nos vestimos, saliendo del baño y en dirección a la mesa donde se encontraban nuestros amigos.
Al vernos llegar los dos juntos, como si no hubiera pasado nada:
-¿Pero dónde os habíais metido? ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! y todos se echaron a reír a la vez, jajaja…
¡Qué cabrones!, pensé, y sonreí. Los apreciaba un montón.
Observé como Rosa, le dirigió una sonrisa y mirada cómplice a Sara.
Nos sentamos en el banco. Mis amigos continuaban con la animada conversación que mantenían antes de levantarnos.
Rosa, a diferencia, comenzó a conversar con Elena y mientras hablaban, yo la miraba embobado, embelesado, a la vez que por mi mente discurrían las imágenes de nosotros dos, proporcionándonos placer como animales salvajes, con pasión y al vez con ternura, unos instantes antes. En ese momento no podía ser más feliz.
En ese momento, fui consciente, me había enamorado de Sara.