1. La mamá de Joaquín, Cap 2


    Fecha: 11/10/2023, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... Ceballes?
    
    Probablemente el viejo hubiera asumido que yo esperaba a que haga algo más que apoyarme. Me levantaría la pollerita. Me empujaría hacia adelante. Quedaría con la cara pegada al mueble, sintiendo los dedos bajándome la bombacha. Y luego me penetraría. Ahí, en la oficina donde nos veíamos todos los días.
    
    El Dr. Ceballes no me atraía en lo más mínimo. Pero imaginar cómo una verga tiesa entraba en mi interior después de tanto tiempo, hizo que me excitara.
    
    Mis dedos resbalosos se enterraron en mi sexo. Entonces recordé lo que había sucedido ese mismo día.
    
    A primera hora fui a entregar un escrito a los tribunales de Kennedy y Catamarca. El ambiente jurídico de La Matanza es muy pequeño. Todos los días me cruzo a los mismos abogados y procuradores.
    
    Y ahí estaba él. El abogado novato del estudio Golberg. Un jovencito de veinticuatro o veinticinco años. Rubio, de ojos claros. Con la cara equina, pero aún así atractiva. Desde que empecé a trabajar nos cruzamos casi todos los días.
    
    Ambos salimos del juzgado a la vez.
    
    —Cómo anda doctora. —me saludó con un beso en la mejilla.
    
    —No soy doctora. Sólo una asistente.
    
    —Ah perdón. Es que como te vestís tan bien, y te desenvolvés con tanta naturalidad en los juzgados, pensé que eras abogada.
    
    —jaja Gracias.
    
    Ese día llevaba mi ropa de oficina preferida. Una camisa blanca mangas largas. Un chaleco gris, y una pollerita del mismo color. Me había recogido el pelo, sabiendo que las facciones de mi cara y mis ...
    ... ojos resaltaban más que nunca. Me veía como una profesional, pero aun así, muy sensual.
    
    Nos metimos en el ascensor para bajar. Inmediatamente sentí cómo se ponía nervioso. Mi presencia suele intimidar a muchos hombres. Y cuando me encuentro con uno a solas en un ascensor, tienen las actitudes mas variadas, y a veces hasta graciosas.
    
    Me intrigaba saber cómo actuaría el joven abogado. ¿Se quedaría en silencio durante el corto trayecto? ¿Hablaría de cualquier tontería con tal de sacarme alguna palabra? ¿Haría un chiste para que yo le regale una sonrisa?
    
    Toqué el botón de planta baja. Las puertas corredizas se cerraron inmediatamente. Entonces sentí una mano, que me agarraba del brazo y me instaba a girar. Cuando lo hice, el joven abogado, del que todavía no sé el nombre, me estampó un beso en la boca. Su lengua se metió adentro. Su lengua con sabor a tabaco y menta empezó a masajear la mía. Me abrazó. Sentí una de sus manos que bajaba hasta el cierre de mi pollera, palpando el inicio de mis nalgas.
    
    Lo aparté de un empujón. Y le di un cachetazo.
    
    —¿Estás loco? — le dije, sin levantar la voz. No quería hacer un escándalo.
    
    —Perdón, pero si no lo hacía, me moría. — dijo el caradura, mientras el ascensor se detenía y las puertas se abrían. —Además — Agregó. —Pensé que quizás vos también querías.
    
    —Pensaste mal. — Le dije, mientras nos dirigíamos a la salida. — Estoy casada. — agregué, mostrándole mi anillo.
    
    — Eso no me molesta. —retrucó el caradura.
    
    — A mí sí. ...
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