1. Matrimonio convencional (Parte I)


    Fecha: 30/10/2023, Categorías: Bisexuales Autor: Ginjm, Fuente: CuentoRelatos

    Hola. Antes de comenzar me gustaría resaltar que todo lo que aquí se relata está basado en hechos reales, he cambiado nombres, fechas y lugares por motivos obvios de intimidad, Bueno, sólo me he permitido alguna licencia, aderezos que no desvirtúan la realidad de lo que me sucedió… nos sucedió.
    
    Mi nombre es Andrés, tengo 45 años, mido 1,78 cm, de complexión normal, pese a mis visitas periódicas al gimnasio no desarrollo una musculatura y complexión fuertes, casado con una preciosa mujer de la que continúo enamorado después de 18 años de casado. Nos conocimos mientras estudiábamos en el instituto, desde entonces hemos permanecido juntos.
    
    Beatriz, Bea, es una atractiva mujer de 43 años, 1,65 cm. Pelo rubio liso, media melena, grandes ojos color miel y unos pechos, digamos que medianos. Se cuida mucho, aparenta menos edad de la que tiene, es muy femenina y tradicional en sus costumbres, le gusta llevar faldas, no demasiado cortas, y camisas a juego de distintas formas y tamaños, zapatos de tacón medianos y medias de color carne con asiduidad (elegante sin llegar a ser sexy). Fue educada en un ambiente católico, estricto, con unos valores de la familia y las relaciones sociales muy convencionales.
    
    No tenemos hijos, recién casados nos pusimos a ello de inmediato, como mandan las costumbres (al menos en su casa), pero tras un par de años sin conseguirlo tuvimos que someternos a pruebas médicas. Fue una pequeña humillación ya en el entorno en el que se criaron los hombres ...
    ... de la familia nunca necesitaron pruebas que certificaran su fertilidad, todos fueron fértiles sementales. Esto me situaba, o así lo creía yo, en un peldaño inferior de la escala evolutiva familiar. El resultado no fue concluyente, a pesar de que Bea era fértil, no estuvo tan claro en mi caso, la cantidad y calidad de espermatozoides eran bajas pero no incapaces de engendrar. Sin embargo, los años fueron pasando y no hubo manera, muchas veces, demasiadas diría yo, follar se convirtió en una tarea mecánica con el único objetivo de engendrar, Bea se tumbaba en la cama boca arriba y yo me colocaba encima en la típica postura del misionero, descargaba en unos minutos mientras mi mujer me acariciaba la cara con gesto cariñoso para dar por concluido el coito.
    
    Nos quedaba la opción de la fecundación in vitro, pero económicamente no podíamos soportar los gastos, decidimos esperar hasta ahorrar el dinero necesario. El tiempo pasó pero nuestros ingresos no nos permitieron nunca más allá de unos ahorrillos para imprevistos.
    
    Con una familia tan tradicional, la humillación nos llegaba a través de las condescendientes palabras de su madre, el menosprecio de su padre, por supuesto hacia mí, y la honda felicidad mal disimulada de su hermana Ana María que, a sus 37 años tenía dos pequeños diablillos. José Antonio, su marido, debía tener buenos espermatozoides, mejores que los míos con toda seguridad, al año de casados ya tuvieron su primer vástago.
    
    José Antonio es buen tipo, aunque ...
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