Qué fácil entró, veremos cómo sale
Fecha: 02/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... atracción arrolladora hacia otro varón, pero no permitiría que obrara a mis espaldas.
En la siguiente oportunidad, con el pretexto de ver una película que me interesaba, evité la consabida cena, y cuando se cumplió el horario acostumbrado de regreso hice el esfuerzo de permanecer despierto. Quería verla llegar por lo cual me trasladé al living donde encendí el televisor.
Eran más de las tres de la madrugada cuando abrió la puerta. Saludo mal vocalizado y paso vacilante indicaban exceso de bebida; nada raro en alguien de baja tolerancia al alcohol. Lo que sí llamó mi atención fue la blusa abierta hasta la mitad y el corpiño corrido mostrando una areola.
—“Parece que estuvo buena la farra”.
—“Sí, tendría que haber rechazado las dos copas que me sirvieron”.
—“Y cómo viniste?”
—“Me trajo Luis”.
—“Que descanses, yo en seguida voy”.
Mi mente perversa le dijo al corazón doliente «Si no aparecieron es porque están echando raíces, pero no te apures, ya crecerán», a lo que el órgano que palpitaba al galope respondió «Callate hija de puta». En ese estado me fui a la cama para intentar dormir, cosa que hice tarde y en medio de pesadillas.
A partir de ese momento suspendí toda intimidad y, decidido a confirmar fehacientemente la infidelidad reemplacé las cenas por vigilancia estacionado a media cuadra de la casa de mi cuñada, teniendo siempre buenas excusas para el caso de llegar a casa más tarde que ella.
Una de esas veces salieron los tres más otro varón, ...
... con el cual me había saludado alguna vez, de nombre Pedro, amigo de Luis. El seguimiento me llevó a una discoteca en la cual permanecí a cierta distancia observando la actividad de los cuatro. Fue evidente que la elección de Pedro era decisión de Clara pues su esposo estaba emparejado con Selene. El lugar elegido para estar, mientras no bailaban, era un rincón con poca luz, cosa que contribuía a disimular la exteriorización de la excitación que cargaban. Haciendo un gran esfuerzo presencié besos, chupada de tetas, manos moviéndose debajo de la falda, boca saboreando pija, y cabalgata sobre la pelvis del macho que, estirado, estrujaba los pechos de mi esposa. No me interesaba ver repetición y variantes de lo mismo, así que regresé a casa masticando odio, bronca y asco. Tripliqué la dosis habitual para el insomnio y me desperté al mediodía sin haberla oído llegar.
Ignoro de dónde saqué la energía para sobreponerme sin demostrar que estaba al tanto. Me costó varios días lograr la templanza suficiente para pensar mi futuro proceder. Dos cosas tenía por seguras, que este episodio no era algo fortuito o circunstancial y que mi venganza debía abarcar a los cuatro.
El viernes siguiente la invitación a cenar incluía el ofrecimiento de un postre de mi preferencia. Me excusé alegando la trasmisión de un clásico de fútbol pero pidiendo que me mandaran una porción de ese dulce manjar. Una hora después, tiempo suficiente para que el ambiente se caldeara, fui. Me abrió la puerta mi ...