Interóseo
Fecha: 22/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: pietrorusso, Fuente: CuentoRelatos
... implicase un peligro, porque temía por alguna razón que mis ojos se desviaran hacia la hija de la mujer con la que yo estaba en pareja hacía tres años. Sin embargo, Nara llenaba el auto con su aroma a fresas. Yo la inhalaba por la nariz y cerraba los ojos de tanto en tanto. Mi pija comenzaba a palpitar debajo del pantalón. Sentí un calor insoportable desprenderse de mis poros. Supongo que ella también lo sintió, porque comenzó a moverse inquieta en el asiento. Miraba por la ventana, escupía el chicle, o se arreglaba el labial en el retrovisor. Retorcía la cola en el asiento, apretaba sus piernas. Suspiraba, como cansada o aburrida, y llevaba sus brazos a los caños del cabezal del asiento. Sonreí disimuladamente.
—¿De qué te reís? —me preguntó divertida.
La miré. Por la ventana entraba un viento que le desarreglaba la coleta del pelo y algunos de sus cabellos le flameaban en la cara. Sus ojos color miel se encendían con el brillo del sol que golpeaba contra el auto, como si consumieran la luz y la dispararan de nuevo hacia afuera.
—Quedate quieta, nena. Estás muy convulsiva —le respondí sin borrar la sonrisa que ella había descubierto.
—Bueno, perdón… Me aburro —dijo.
No había forma de borrarle la risita de traviesa que se deformaba los labios. Cada tanto, la nariz le latía, como una perrita que olía algo, que buscaba algo.
Volví mi mirada hacia el camino. Habíamos llegado a la ruta. Las afueras de la ciudad parecían un desierto casi vacío de no ser por ...
... algunos arbustos accidentales o abandonados que irrumpían el llano a la distancia. Cerré los ojos. Cuando yo aprendí a manejar, a los dieciocho años, solía salir a la ruta para conducir con los ojos cerrados. La inercia del movimiento que llevaba al auto me adormecía. Y no sentía nada. Pero de todo aquello ya habían pasado treinta años. Esta vez, cuando cerré los ojos, mientras el viento me golpeaba en el rostro, sentí la mano intrusa de Nara metiéndose entre mis piernas. Me abrió la bragueta y liberó mi pija. Por el tacto de sus manos me di cuenta que estaba dura. Sentí sus labios recorrer el tronco y su lengua acariciar el glande. No quise abrir los ojos. Sólo sentía como Nara me chupaba la pija como una profesional. La sentí moverse, seguramente para acomodar las rodillas en el asiento, y meterse la pija todavía más adentro de la boca. Mi glande se deslizó por el fondo del paladar hasta llegar a su garganta, y sus labios rozaron la base de mis huevos. Nara se había metido toda mi verga dentro de la boca. Algo que su madre, para comparar, no había podido hacer nunca. Se me ocurrió en ese momento que esa no era la primera vez que lo había hecho.
Abrí los ojos. La ruta seguía recta, sin curvas, como si se hubiera diseñado específicamente para que un hombre como yo disfrutara de una buena chupada de pija. Agaché la mirada. La cara de Nara estaba escondida entre mis piernas. Bajé la velocidad. Al mirar hacia el costado, vi la minifalda subida por encima de sus nalgas. Agradecí en ...