1. Interóseo


    Fecha: 22/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: pietrorusso, Fuente: CuentoRelatos

    ... razón. Así que, en vez de decir algo estúpido, volví a llevar mis manos debajo de su minifalda.
    
    —A ver, me parece que hay algo que me olvidé acá… No sé —le dije en tono de broma.
    
    Nara se rio. Le metí tres dedos en la concha. La vi estremecerse. Estaba húmeda, la cubría una combinación de sus fluidos y mi semen. Acerqué mis labios a su oído izquierdo.
    
    —Miralo a tu papá —le susurré—. Quiero hacerte chorrear en frente de él, vos que sos una nena tan buena.
    
    Nara gimió y pegó los ojos a la espalda de su padre.
    
    —No le saques los ojos de encima mientras sentís cómo te pajeo, pendeja… Te calienta ser así de putita, ¿no? Te encanta portarte mal a espaldas de tus papás, ¿verdad?
    
    —Sí… Sí… Me encanta —murmuró Nara sin quitar sus ojos del objetivo.
    
    —Mirá si se da vuelta tu papá y te ve así. Siendo pajeada por los dedos del nuevo novio de su exmujer.
    
    —Ah… Cae desmayado —susurró con una sonrisa traviesa.
    
    Me hizo reír la imagen del imbécil de Rolo cayendo desmayado.
    
    —No te preocupes que, aunque se desmaye, no voy a dejar de meterte los dedos por la concha.
    
    —Ay, no. Por favor… No pares… No pares.
    
    Volví a repetir la maniobra. Mis dedos anudar y medio clavados en su concha, y el índice enterrado en su culo. No tardó mucho en empezar a retorcerse. Y, después de eso, tardó menos en explotar con un ...
    ... chorro. Estaba a punto de gemir, pero la callé con un beso de lengua mientras sentía el fluido dispararse entre mis dedos. Cuando acabó, saqué mi mano, y ella se acomodó la minifalda. Nos quedamos riéndonos como dos tontos. Su padre se dio vuelta y cortó la llamada. Se acercó al auto con una sonrisa patética.
    
    —Hola, Julito. Amigo, ¿cómo estás? —dijo con una sonrisa que desnudaba sus dientes amarillentos—. ¿Cómo fueron las clases?
    
    —Bien —le respondí cortante.
    
    —Estás grandote, amigo, eh… ¿Qué hacés para estar así de musculoso?
    
    Lo miré con la cara inexpresiva.
    
    —Se cuida con la comida y va al gimnasio, papá —dijo Nara bajándose del auto—. Algo que vos deberías hacer más seguido.
    
    Se saludaron y Rolo me despidió. Mientras se alejaban, vi que una gota caía por la pierna de Nara. Ella se giró y yo sonreí. Le lancé un beso en el aire, y ella hizo el gesto de comérselo a dentadas. Me guiñó un ojo y desapareció de mi vista.
    
    La tanga rota había quedado atrapada al costado del asiento. Antes de tirarla por la ventana, la olfateé sólo para comprobar que todavía mantenía el aroma delicioso de Nara. Volví a casa sonriendo como un adolescente idiota. El espacio entre mis dedos dolía. Mientras manejaba, abría y cerraba las manos. Me daba la sensación de que entre más doliera, más placentero sería el recuerdo. 
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