1. Un desafortunado error


    Fecha: 02/01/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... no era tan modosa como yo pensaba. Al contrario, en la penumbra que adhería sus cuerpos pude intuir una mano. Una mano que tenía que ser de la esposa de Alfonso, ya que la palma estaba sobre la entrepierna del cubano.
    
    Intenté imaginar la mano de mi vecina palpando mi erección, recorriéndola en toda su longitud como la mujer más dichosa del mundo.
    
    Un fugaz recuerdo acudió súbitamente a mi cabeza. Era la conciencia de la afectuosa sonrisa de Luisa cada vez que nos cruzábamos en la escalera. Hasta entonces, yo siempre había considerado a mi vecina como una señora casada, como la madre de esas dos muchachas con quien solía cruzarme en el portal. Sin embargo, ahora entendía ese brillo enigmático, esa candidez en los ojos de la mujer de mi vecino. No era que Luisa me contemplara como un buen partido para sus hijas, sino que veía como un pequeño objeto de deseo para sí misma.
    
    Nadie llega a conocer completamente a otra persona, pero mi propia experiencia me susurraba multitud de variables sobre lo que podría encontrar en la siguiente imagen. Aposté por una escena de sexo todavía más explícita.
    
    Contuve la respiración en el momento de pulsar sobre la cuarta imagen, “La Habana 042”.
    
    Acerté sólo en parte. No era la esposa de Alfonso quien devoraba el monumento natural con que aquel tipo debía estar dotado, sino que era él quien tenía la cabeza entre los muslos de mi vecina.
    
    La mujer de Alfonso estaba echada sobre el capó de uno de los coches clásicos. Tenía las ...
    ... piernas a la vista, y sus zapatos habían desaparecido. Luisa estaba tumbada cual larga era sobre la pulida y brillante chapa metálica, si bien tenía la espalda arqueada y la boca abierta en un rictus de inmenso placer.
    
    Me imaginé a mí mismo hundiendo la lengua en esa cálida confitura que la esposa de Alfonso debía tener las piernas. Al contrario que otros hombres, yo nunca había hecho ascos a los manjares femeninos. Para mí, la mejor forma de preparar el sexo de una mujer antes de saborearlo, era aclararlo bajo el chorro de agua templada de la ducha, nada más.
    
    Estaba convencido de que el sexo de mi vecina sería como el agua del mar que, cuanta más se bebe, más sed da. Aunque tampoco es que yo me supiera contener, más bien todo lo contrario. A mí me hubiera gustado atrapar la vulva de Luisa entre mis labios y tirar suavemente de ella. Me pondría perdido chapoteando en su sexo y luego le chuparía con fuerza el clítoris para hacerla rabiar. Por último, introduciría en su sexo un par de dedos a fin de duplicar el placer de mi vecina, y también tantearía su ano con la yema de un dedo para observar cuál era su reacción.
    
    Aunque Luisa fuera una mujer madura, puede que todavía fuera virgen por atrás. No son pocas las casadas que no se lanzan a probar el sexo anal hasta encontrar un amante, o peor aún, hasta que se divorcian y le ofrecen a otro hombre lo que nunca quisieron entregar al esposo.
    
    Al ver que solamente me quedaban dos imágenes por abrir, maldije haber detenido la ...
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