1. Un desafortunado error


    Fecha: 02/01/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... descarga cuando todavía faltaba un archivo más. Intentando mantener la serenidad pasé a la siguiente imagen, “La Habana 060”.
    
    El encuadre de la fotografía era prácticamente idéntico a la anterior. A primera vista, sólo había dos cambios. En esta imagen, Luisa permanecía tumbada sobre el capó del viejo vehículo, sólo que en vez de estar boca arriba estaba boca abajo. La punta de sus pies apenas sí rozaba el suelo, lo cual servía para hacerse una idea de cuán alto era aquel coche.
    
    La estaban follando, simple y llanamente. Era imposible afirmar si el rictus de su rostro reflejaba un insufrible dolor o un tremendo placer. Boquiabierta, mi vecina tenía ojos de estupor. Sus dedos estaban tensos sobre la superficie metálica que, de haber podido, Luisa habría estrujado como una delicada sábana de algodón.
    
    Tras ella, aquel energúmeno arremetía contra su grupa sin contemplaciones. A juzgar por el gesto de esfuerzo, el tipo la follaba con ahínco. De hecho, el negro la sujetaba de las caderas para no desperdiciar ni una pizca de ímpetu.
    
    A pesar de la cara de espanto de mi vecina, era evidente que el negro no la estaba sodomizando. Ello se debía a que, a juzgar por la posición de su mano, el tipo debía tener el pulgar metido en el ano de mi vecina. Quién sabe, quizá acabara de introducírselo y de ahí el estupor de Luisa.
    
    Una vez más, dejé volar mi imaginación para ponerme en el lugar del cubano. Me planteé como sería poner a prueba a mi vecina, durante cuántos minutos ...
    ... tendría que follarla con rudeza para hacerla alcanzar un estrepitoso orgasmo. Lo cual me hizo preguntarme si Luisa sería de las que gritaban o de las que se reprimían de algo así, si aquella rubia madura sería de las que cuando empiezan a correrse ya no saben parar, de las que enlazan un orgasmo con otro hasta que ya no pueden más.
    
    Solamente quedaba una foto más.
    
    Di un respingo en cuanto aquella imagen se reprodujo en mi ordenador. A diferencia de las anteriores, aquella fotografía había sido tomada a mucha menor distancia. Era un primer plano. Fue como si mi vecina hubiera aparecido de repente frente a mí, mirándome y con una gran polla negra entre los labios.
    
    En efecto, se había guardado el hambre para el postre, un enorme canuto de caña de azúcar que casi no le cogía en la boca. Y lo mejor fue constatar que aquel dulce iba relleno con una ingente cantidad de crema. El espeso chorretón blanquecino que adornaba en mentón de Luisa sugería que ésta se había visto desbordada por la generosa corrida del cubano, dejando claro que sus grandes testículos no eran un mero adorno, sino un auténtico alambique de esencia masculina.
    
    Sin darme cuenta, comencé a fantasear con la soberbia mamada que mi vecina le habría hecho a aquel negro para hacerle eyacular. La imaginé cabeceando con insistencia, chupando enérgicamente el tieso cigarro habano con sus labios, lamiendo toda aquella enorme banana y, finalmente, succionándola de manera enérgica a fin de extraer todo el jugo.
    
    No ...
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