1. Mi odiosa madrastra, capítulo 9


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... incluso cuando te dije que quería dormir —retruqué yo—. El respeto debería ser mutuo. ¿No?
    
    — Es que creí que… —dijo ella, interrumpiéndose. Cerró la llave del agua—. Creí que te iba a hacer bien. Y de hecho, así fue. Por eso lo hice. Seguí mis instintos. Tuve buenas intenciones. Así que…
    
    — Y yo creo que te va a beneficiar hacer un video mientras te duchás. Yo confíe en vos, y te dejé dormir en mi habitación. ¿Acaso no podés confiar en mí?
    
    — Sí —dijo, dubitativa—. Pero… No sé. Estás raro.
    
    — Todo esto es raro —afirmé.
    
    — Okey —respondió, sumisa, aunque una sombra de duda nublaba su rostro.
    
    Ya se estaba terminando de bañar, por lo que su cuerpo estaba enjuagado, sin rastros de espuma. Abrió la llave de la ducha nuevamente. Un potente chorro de agua en forma de lluvia cayó sobre su escultural figura. Enfoqué con la cámara del celular, manteniendo cierta distancia, para que no le alcance el agua. Ella dio la espalda. En el medio de las pomposas nalgas, la piel se tornaba pálida. Era una línea fina que podría ser cubierta con una de las diminutas tangas que tenía en su guardarropa. Giró para mostrar su rostro, pero sin que su trasero saliera de la escena. Sonrió, aunque yo podía notar la contrariedad que había en su mirada.
    
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    Luego se inclinó, como si estuviera recogiendo algo del suelo. Ahora su monumental ojete avanzaba, a la vez que yo me acercaba para que esos dos cachetes macizos ocuparan toda la pantalla. Me tomé la molestia de hacerlo un poco de ...
    ... perfil, para que el ano no saliera en cámara, pues el material de Nadia solía ser un tanto soft, como si lo pornográfico fuera de mal gusto para ella.
    
    — ¿Ya fue suficiente? —dijo, con cierto temor en su voz.
    
    — Salió muy bien —dije—. Pero se me ocurren un par de cosas más.
    
    Dejé el celular sobre el borde de la pileta, asegurándome de apoyarlo en un lugar que no estuviera mojado. Me quité el pantalón y la remera, y, ante su mirada de asombro, me metí en la bañera junto a ella.
    
    — ¿Qué vas a hacer? —preguntó, con cierto recelo, sobre todo cuando notó mi evidente erección.
    
    — Date vuelta —dije, ya que se había puesto de nuevo de frente.
    
    Mi madrastra, algo confundida, me obedeció. Cerré la llave del agua.
    
    — Es mejor que le demos mayor realismo a esto de la ducha —dije.
    
    Agarré el jabón que había usado ella hacía unos minutos. Me acerqué un poco más a Nadia, y me incliné. Ahora tenía su trasero a centímetros de mi rostro. Verlo de cerca me hacía percatarme con mayor nitidez tanto de su perfecta redondez, como de su firmeza, y sobre todo, de su profundidad.
    
    Nadia me miraba desde arriba, había girado su torso, con un movimiento de la cintura, no obstante, su trasero continuaba a mi merced. Sentí que mi verga palpitaba, como si la sangre hubiera corrido por ella, durante un instante, en una cantidad impresionante, y a una velocidad de vértigo. Froté el jabón una y otra vez sobre mi mano, haciéndolo girar, produciendo espuma.
    
    — Eso podría hacerlo yo —comentó ...
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