1. Mi odiosa madrastra, capítulo 9


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella.
    
    — Pero no hace falta. Para eso estoy yo, para ayudarte. Vos me ayudás cada vez que podés. Lo menos que puedo hacer es esto —dije.
    
    Dejé el jabón a un lado, y llevé mi mano a una de sus carnosas nalgas. Hice movimientos circulares sobre ella. Ahora mi mano sentía nuevamente la dureza de esos glúteos, pero esta vez, el hecho de que la textura fuera tan resbaladiza, hacía que la experiencia fuera diferente a todas las anteriores. El trasero ya había quedado cubierto de espuma, pero aun así, no podía dejar de masajearlo. Se sentía demasiado bien. La dureza y la suavidad en simultáneo, percibidas a través de mi mano enloquecida.
    
    Luego ocurrió un accidente. Como si se tratara de un auto que conducía a toda velocidad sobre un asfalto mojado y se desviaba peligrosamente de la carretera, en el constante masaje que le hacía a esa esfera de carne, mi mano hizo un movimiento más rápido de lo aconsejable, y siguió de largo, cosa que hizo que mis dedos se enterraran en esa increíblemente profunda zanja que tenía en medio de los glúteos. Sin embargo, Nadia ni se inmutó siquiera al sentir las extremidades violadoras, de las cuales con una incluso llegué a sentir el anillo de cuero que anunciaba la localización del ano. Un poquito más de potencia en el movimiento, y el dedo en cuestión se hubiera enterrado en orificio más estrecho y más oscuro de mi madrastra.
    
    Me detuve, sabiendo que si continuaba magreando ese trasero, todo el esfuerzo por contenerme que había hecho hasta ...
    ... el momento, sería tirado a la basura. Me enjuagué la mano en la pileta, y me sequé. Luego agarré el celular y volví a la bañera. Me puse en cuclillas y desde esa posición, le saqué varias fotos al culo enjabonado de mi madrastra.
    
    Nadia
    
    — Gracias —dijo ella, con un tono de voz que no dejaba traslucir ninguna emoción—. Con eso va a ser suficiente.
    
    — Arrodillate —dije.
    
    — ¿Ahora qué querés hacer? —preguntó Nadia.
    
    — Arrodillate —repetí.
    
    No volvió a preguntármelo. Se puso de rodillas, sobre el duro piso, dándome la espalada, asegurándose de levantar el culo un poco, para que saliera en todo su esplendor. Abrí la llave de la ducha, y me alejé un poco.
    
    Ahora mi madrastra recibía el líquido tibio sobre ese cuerpo perfecto, que le traía tantos beneficios como molestias. Encendí la cámara de video. La espuma que había en su trasero no tardó en enjuagarse, y perderse por la rejilla de desagüe. Nadia giró para mirar a cámara. Lucía una cara provocadora, aunque no era esa provocación descarada que solía mostrar en su contenido. Era un gesto hecho más bien por obligación. No estaba del todo entusiasmada con lo que estaba haciendo, pero seguía al pie de la letra cada cosa que le indicaba, y jugaba muy bien su papel de hembra calientapijas. Había en ella un sometimiento que nunca creí que vería, y que me instaba a sacar provecho de él.
    
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    Sin embargo, cuando vio que ya pasaron varios minutos y yo seguía grabándola, ella misma tomó la iniciativa de concluir con ...
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