Mi odiosa madrastra, capítulo 9
Fecha: 30/01/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... desde hace rato.
— ¿Qué es esto? ¿Una venganza? —preguntó ella.
— Digamos que quiero que por una vez sientas lo que yo sentí muchas veces.
Nadia miró hacia la puerta, como si se le hubiera pasado por la cabeza irse de ahí. Pero en el último momento cambió de opinión. Se quedó donde estaba. Su mano, con una lentitud que parecía ensayada, se deslizó por su abdomen, para ir subiendo, hasta llegar a sus pechos. Y entonces empezó a masajear la misma teta a la que yo le estuve estrujando el pezón hacía apenas unos minutos. Mi verga dio un salto al ver esta imagen, ya demasiado estimulante. Estaba claro que ella lo hacía a propósito. Se había molestado por el hecho de que yo decidí no concretar lo que parecía que iba a hacer. Ahora ella pretendía provocarme nuevamente, mostrándome cómo se masturbaba. Quizás creyendo que yo no toleraría ese grado de excitación y finalmente decidera poseerla, cosa que ella aprovecharía para devolverme con la misma moneda, negándose a tener sexo conmigo.
Pero yo no iba a caer tan fácilmente. Había decido tomar ese camino, y lo seguiría hasta el final. Además, si ya había aguantado durante todo este tiempo, sólo debía hacer un poco más de esfuerzo. Porque era cierto, y ahora no podía dejar de reconocerlo: desde el día uno en el que empecé la convivencia con Nadia, no hice otra cosa que reprimir las ganas que tenía de cogérmela. Lo había logrado hasta tal punto de creerme yo mismo mis propias mentiras.
Ahora Nadia llevó la otra mano a su ...
... entrepierna. Estaba convencido de que iba a hundir sus dedos en su vagina. Sin embargo, se limitó a hacer movimientos circulares en su clítoris, con una intensidad que iba, de a poco, en aumento.
Vi sus labios abrirse y cerrarse, su pecho inflarse y desinflarse, evidenciando que su respiración se estaba tornando agitada. Su mirada seguía clavada en mi verga, como si la hubiese hipnotizado con ella, la cual estaba roja, ya lista para expulsar la leche de mis testículos.
Pero no fui yo el primero en alcanzar el éxtasis. Nadia empezó a gemir, cada vez evidenciando un mayor gozo. La había visto muchas veces desnuda, pero era la primera vez que la veía en un acto sexual. Su excitación hacía que se vea incluso más sexy que en circunstancias normales. Sus ojos estaban como embriagados, todos los músculos de su cuerpo parecían haberse tensado. Tiró la cabeza para atrás. Ahora sus gemidos eran menos espaciados unos de otros. Sonaban más salvajes, más violentos. No me caben dudas de que algún vecino podría escucharla, aunque lo cierto es que eso no es algo que haya pensado en ese momento, porque en ese momento lo único que existía era mi madrastra, con la mano en la entrepierna, alcanzando el clímax, con un orgasmo que pareció enloquecer cada célula de su cuerpo, al punto de hacerla estallar en un escandaloso grito de gozo, que ya no solo podrían escuchar los vecinos de los departamentos más cercanos, para luego caer de rodillas en el piso.
Se quedó un rato así, mientras yo ...