1. Mi odiosa madrastra, capítulo 5


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    Tragué saliva. Mi madrastra me daba la espalda, y estaba completamente en pelotas. Había corrido las sábanas, como si estuviese a punto de irse a dormir, pero sólo hizo ese movimiento para que su trasero fuese cubierto, aunque sólo una pequeña parte de él fue ocultado. La mayor parte de sus carnosos glúteos estaban a la vista.
    
    Se había puesto de rodillas sobre el colchón. Corrió su pelo hacia delante, para que su espalda se viera a la perfección, dejando también a la vista el tatuaje que había en la parte superior, casi al comienzo del cuello. El trabajado cuerpo de mi madrastra estaba erguido. Giró su rostro a un lado y cerró los ojos. Una de sus manos estaba en su cadera, aunque su postura parecía insinuar que se desviaría hacia la parte más voluptuosa de su cuerpo en cualquier momento. Con la otra mano se cubría las tetas. Cosa absurda, según pensé después, ya que de todas formas no se podrían ver desde esa postura. Pero en ese momento no podía pensar mucho. Apenas era capaz de sostener con firmeza el celular, y hacer de cuenta que no estaba enfocando a nada interesante.
    
    Sentí que una gotita de transpiración se deslizaba por mi frente, para luego hacer una curva y atravesar lentamente mi mejilla. Nadia parecía realmente una escultura. Esa era la pose exacta en la que deseaba ser retratada. Pero su aspecto de estatua no se debía únicamente a su inmovilidad, sino a la firmeza de sus partes; a esa dureza, reflejada principalmente en los músculos de la espalda, y en ...
    ... su enorme y redondo orto, el cual parecía que jamás se vendría abajo, totalmente inmune a la fuerza de gravedad. Parecía una obra de arte tallada por alguien tan prodigioso como lujurioso.
    
    Pasé mi mano por mi rostro, para secarme la gotita de sudor que no se decidía a caer. Respiré hondo. Saqué una foto. “Es solo un cuerpo”, pensé. “El cuerpo desnudo de una mujer que ni siquiera aprecio”, me dije. “La pareja de mi difunto padre, en pelotas, ante mis narices”…
    
    Caminé unos pasos, haciendo un movimiento semicircular sobre la habitación, para captarla ahora desde otro ángulo. Traté de no pensar en su desnudez, en esa pose evidentemente sexual, que haría que cualquiera que estuviese en mi lugar se subiera a la cama de un salto para tomarla, aunque fuera por la fuerza. Tampoco quería pensar en la palidez de su piel, ahí donde ahora debería estar cubierta con la delgada tela de la tanga que en ese momento descansaba sobre el piso. “Qué más daba”, me decía a mí mismo, “Si de todas formas esa tanga la cubría apenas”. Verla ahora no debería ser muy diferente a todas esas veces que pasó a mi lado tan suelta de ropa. Y la muy tonta me había preguntado si yo jamás la lastimaría, si jamás la obligaría a hacer algo que no quisiese hacer. ¿Con quién pensaba que estaba tratando? Si yo no soy un primate como otros.
    
    Mientras le tomaba otras fotos, pensaba, indignado, en lo creída que era esa mujer. Y todo porque contaba con ese cuerpo tonificado, de curvas exageradas, de carnosidades ...
«1234...9»