1. Mi odiosa madrastra, capítulo 5


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... obscenas. Y esa boca… esos ojos claros, y esa cara de hembra alzada, pero contenida.
    
    — ¿Y? —preguntó Nadia, rompiendo el silencio y trayéndome de nuevo a esa habitación semioscura, en la que sólo estábamos nosotros dos— ¿Salieron bien?
    
    — Fijate vos cómo salieron —respondí, acercándome a la cama, no sin cierto recelo, para extender la mano y entregarle el aparato.
    
    Nadia subió las sábanas, para cubrirse ahora hasta la cintura. Luego giró hacia mí. Agarró el celular que yo le entregaba. Al hacerlo, sus tetas quedaron nuevamente a la vista. Inevitablemente, quedé aturdido al ver ese par de pechos, que daban la sensación de ser increíblemente suaves. Las areolas de color claro, un tanto rosadas, apenas de una tonalidad más intensa que la piel, tenían pequeñísimas protuberancias, y los pezones estaban puntiagudos, como si estuviese excitada.
    
    — No son operadas —dije, casi por inercia.
    
    Fue lo primero que se me cruzó por la cabeza. Había quedado otra vez expuesto frente a ella, hipnotizado ante su desvergonzada desnudez, por lo que imaginé que lo mejor era hacer de cuenta que mi interés por sus tetas no era meramente lujuria, sino que las observaba porque realmente me había llamado la atención su forma, así como el hecho de que no parecían para nada artificiales.
    
    — ¿Y por qué estás tan seguro? —quiso saber Nadia.
    
    Por supuesto que no sintió la necesidad de cubrirse nuevamente. Más bien al contrario. Pareció ponerse en una pose en la que sacaba el pecho para afuera. ...
    ... Con mucho esfuerzo, desvié la mirada hacia abajo, sólo para encontrarme con su vientre plano, y las sutiles marcas de las abdominales. Más abajo, su pelvis, una de las pocas partes de su cuerpo que todavía era un secreto para mí. Aunque me pareció ver el nacimiento de un vello pubiano de color castaño, que dejaba en evidencia que el color de su cabello era, probablemente, lo único artificial que había en ella.
    
    — No lo sé —respondí—. Es solo la impresión que me dan. Son redondas, y están firmes, sí, pero creo que las tetas operadas suelen tener una forma exageradamente redondas. No sé… No soy un experto en tetas, simplemente me dan la sensación de que son naturales.
    
    Nadia soltó una risita.
    
    — Sí, son naturales —afirmó.
    
    Entonces agarró ambos senos, los levantó, para luego soltarlos. Las tetas de Nadia quedaron durante unos instantes sacudiéndose arriba abajo, en un movimiento espasmódico. Supuse que si fueran operadas no tendrían esa flaccidez. Eran tetas firmes, pero blandas.
    
    — Bueno, con esto es suficiente —dijo, mientras miraba las fotografías—. Con esto la voy a romper. Seguramente tendré muchos suscriptores nuevos.
    
    Al terminar de hablar, miró, de manera disimulada, a mi entrepierna. Me alarmé, imaginando que nuevamente había quedado expuesto frente a ella. Pero me negué a seguir la dirección de su mirada. Eso sólo incrementaría mi humillación. Lo que me deba ciertas esperanzas, era el hecho de que, de momento, no sentía que la tuviera dura. Me devolvió el ...
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