1. Mi odiosa madrastra, capítulo 5


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... —pregunté, casi obligado, pues era evidente que de todas formas me relataría lo que le pasaba. Si bien Nadia no era muy parlanchina, cuando se disponía a decir algo no había nada que la detuviera. Algo le había sucedido que la tenía con el semblante sombrío. Me daba cuenta de que lo que la ofuscaba no le producía tristeza, sino enojo.
    
    — Ese Juan, es un idiota —largó Nadia, casi escupiendo las palabras, para luego llevarse el tenedor envuelto de fideos a la boca. Manchó su barbilla con un poco de tuco. Pero parecía no darse cuenta de ello. Le hice señas para que se limpiara.
    
    — Qué pasa con Juan —quise saber.
    
    Sólo había un Juan que conocíamos ambos. Se trataba del guarda de seguridad del turno noche. Un cuarentón canoso que se la daba de Richard Gere. Hacía años que trabajaba en el edificio. A mí me parecía algo arrogante y condescendiente, pero por lo demás, hacía bien su trabajo, que era lo que importaba, más aún en ese momento en el que debía ponerse firme para que todos los vecinos cumplieran con las normas de las restricciones. Yo mismo había presenciado cómo llamaba la atención de algún propietario porque no usaba el cubreboca dentro del ascensor, cosa que me hizo sentir aliviado, ya que contaba con alguien que instaba a mis vecinos a no transgredir las reglas que teníamos en ese peculiar momento. Además, era un tipo muy atento, que no dudaba en abrir la puerta cuando algún vecino llegaba con muchas bolsas del supermercado, e incluso los ayudaba a cargarlas en ...
    ... el ascensor. Sin embargo, me había dado cuenta de que su simpatía y atención aumentaban considerablemente cuando eran mujeres jóvenes y lindas quienes necesitaban de su colaboración. De esa manera deduje por dónde venía el tema. Nadia era, por lejos, la más atractiva del edificio. Y eso que había chicas bellas en él. Pero al lado de mi madrastra no tenían nada que hacer. Las que la igualaban en lindura, no la superaban en sensualidad, y las que rivalizaban con ella en cuanto a la sensualidad, no eran tan bonitas como Nadia.
    
    — Nada… —dijo, mientras pasaba la servilleta por su barbilla. Sin embargo, a pesar de esa primera palabra, se dispuso a contarme de qué se trataba el problema que tenía con Juan—. Desde que estoy acá… incluso cuando estaba con Javier…
    
    — Te quiere coger —terminé la oración por ella—. Y ahora que estás sola, habrá sacado toda la artillería pesada —agregué después, viendo cómo ella me daba la razón, asintiendo con la cabeza.
    
    — Digamos que sí. Es de esos tipos que no entienden que no es no. Incluso cuando apenas habían pasado unos días de la muerte de tu papá, se acercó, primero haciéndose pasar por un amigo, obvio. Me mandaba mensajes, como pretendiendo consolarme, pero no perdía oportunidad de decirme lo linda que estaba y ese tipo de cosas. Me saludaba con besos en la mejilla, como si fuéramos amigos. Y además se piensa que soy estúpida, porque cada vez que me saluda, me tira el cuerpo encima, como para sentir mis tetas.
    
    — Qué pajero —dije yo, ...
«1...345...9»