1. Mi odiosa madrastra, capítulo 10


    Fecha: 08/02/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... cuando está dispuesta a hacerlo. Ahora te debe odiar por eso. No le creas nada de esas pavadas que dice sobre que se equivocó y bla bla bla. Esa mina lo que quería era verga, y vos no le cumpliste. Para tu madrastra ahora sos peor que un eyaculador precoz. ¡Sos un tipo que no se la coje! ¡Estás loco Luchito! —terminó de decir, a los gritos.
    
    — ¿Y vos que sabrás de mujeres? —Intervino Joaco—. Además, no se olviden que esta mina salía con el viejo de León. Yo entiendo que te puedas sentir atraído por ella. Es una mina que está buenísima, y vivir con alguien así debe ser muy tentador. Pero te estás metiendo en un terreno peligroso, y no te lo digo desde un punto de vista moral.
    
    — De qué estás hablando —pregunté.
    
    — Que una mina que le calienta la pija al hijo de su expareja, quien además falleció hace apenas unos meses, no debe estar muy bien de la cabeza. Es una mujer inestable. Le gusta el quilombo, le gusta lo prohibido.
    
    — ¿Y eso que tiene de malo? —lo escuché decir a Edu, pero apenas le presté atención. Me quedé pensando en lo que dijo Joaco.
    
    Era la primera vez que lo veía desde ese punto de vista. Ciertamente, me había dado cuenta de que lo de Nadia no era normal, pero nunca le presté la atención que se merecía, ni lo analicé de manera profunda. Además, yo mismo le seguía la corriente siempre que me pedía o proponía algo. Pero si me lo ponía a pensar, Joaco tenía razón. Nadia era una mujer demasiado excéntrica en ese sentido. Y ahora había otra cosa que me ...
    ... hacía poner en alerta: si realmente tenía la posibilidad de vivir con una amiga, lo podía haber hecho desde un principio, y sin embargo se había decantado por compartir ese departamento conmigo.
    
    Realmente me sentía con demasiada información en la cabeza. Ya no quería pensar en nada. Les agradecí a los chicos el aguante. Dejé que pasara la tarde. Cuando se hizo de noche, esta vez Nadia cocinó, pero ella cenó antes de que yo fuera al comedor, para después meterse en el cuarto.
    
    Que se joda, pensé. Si le gustaba tanto estar encerrada, que se quedara en su cuarto para siempre. Yo me quedé en el living a leer hasta bien entrada la noche. Sin embargo, como mucho podía concentrarme en la lectura durante diez o quince minutos. Luego me embargaba el malestar por la actitud arisca de mi madrastra, y también me invadían los recuerdos de esos días de convivencia, tan cargados de erotismo y morbo. No podía dejar de pensar en la sensación que sentía cuando mi mano se posaba en su trasero, ya sea con una simple caricia, con un vulgar magreo, o con una contundente nalgada; y ni que hablar de esas tetas de pezones erectos, de esa pelvis con una pequeña mata de vello castaño, en ella completamente desnuda, bañándose, o con una diminuta tanga caminando ágilmente desde la cocina al living. Y de esa noche en la que dormimos juntos… Realmente habíamos vivido muchas más cosas de las que viví con la mayoría de las personas que conocía. Pero aun así, Nadia seguía siendo un misterio para mí. ¿Qué ...
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